El de la farmacia se llevó un dedo al ojo para indicar al tipo, sin palabras, que viera la presencia de mujeres en el establecimiento. Le dice el tipo: “-No, para ahí no. Para acá”. Y se señala la entrepierna... El rudo individuo se acerca a la muchacha que en el bar bebía su copa y le espeta sin más: “-¿Mi departamento o el tuyo?”. Con prontitud se levanta ella, toma su bolso para salir y dice al tipo: “-El tuyo. ¡Qué labia tienes! ¡En un dos por tres me convenciste!”...Un señor de 80 años fue a consultar al médico. Quería que le hiciera un chequeo general. El doctor lo encontró razonablemente bien, aunque el maduro señor se quejaba de fatiga. “-Quizá se deba, doctor -le dice el paciente al facultativo- a que hago el amor todos los días. A mí señora ya no le interesa esto del sexo, pero yo tengo seis o siete amiguitas jóvenes, y cada día me llevo una al hotel”. “-¡Qué barbaridad! -se alarma el médico-. Tomando en cuenta su edad, señor Pitárrez, debería usted tomar precauciones”. “-Las tomo, doctor -responde el veterano-. Siempre me registro con nombre falso en el hotel”...Un individuo buscaba cierto dato, y no lo podía encontrar. Le recomienda un amigo: “-Conéctate a Internet”. “-No -replica el otro-. Me dicen que eso cuesta un web-o”...Cierta vez, ante un médico famoso, se llegó un hombre de mirar sombrío. “-Sufro -le dijo- un mal tan espantoso que ya me anda. Hace tiempo me apareció una mancha roja en la entrepierna. He gastado una fortuna en médicos; me recetaron toda suerte de pociones, pastillas e inyecciones. Nada pudo curarme. Dicen los especialistas que padezco una rara forma de urticaria perstans llamada quaddel de Milton, hidatítica, conferta, sérica, evanida, facticia y xantelasmoide, o sea pigmentada. ¡No sé qué hacer, doctor!”. “-Descúbrase la correspondiente parte” -pide, calmoso, el célebre facultativo. Lleno de angustia obedece el hombre. Oberva el gran científico la mancha, toma una toallita húmeda y la borra. “-¡Milagro! -clama el sujeto emocionado-. ¡Hizo usted lo que no pudo hacer ningún doctor!”. Explica el sapientísimo galeno: “-Es que ellos no saben distinguir entre una urticaria y un lápiz labial”... Le dice una chica a otra: “-Anoche salí con un ganadero”. “-¿Y cómo te fue con él?” -pregunta la amiga. “-Me hizo una impresión muy profunda” -responde la muchacha. “-¿De veras?” -se interesa la otra-. “-Sí -explica ella-. Me dejó grabada arriba del ombligo la hebilla de su cinturón”...Un majadero individuo pasó adrede con su coche sobre un charco y mojó todo al padre Arsilio. Se detiene y le pregunta con voz de sorna: “-¿No me va a decir nada, padrecito?”. Responde el bondadoso sacerdote: “-Mi sotana me impide decirte lo que quisiera, hijo, pero hazme un favor: la próxima vez que tu mamá dé a luz dile que me regale un cachorrito”...Soltaron en la feria del pueblo una marranita encebada. Los lugareños no la podían atrapar. Entró en el juego un forastero y rápidamente se hizo del animalito. “-¿Cómo pudo agarrar tan fácilmente a la marranita?” -le preguntan los jueces del concurso al entregarle el premio. Responde el forastero: “-Soy jugador de boliche”...”-¡Buenas noticias, Blanca Nieves! -le dice alegremente Pinocho a la hermosa princesita-. No sé qué sucedió, el caso es que ahora cuando echo mentiras ya no es la nariz lo que me crece”...Afrodisio, seductor salaz, y Dulcilí, muchacha ingenua, iban por el campo y vieron a un toro y una vaca que hacían lo que la vaca y el toro suelen hacer por mandato de la naturaleza. Sugiere con aviesa intención el lúbrico galán: “-¡Cómo me gustaría hacer lo mismo!”. Responde Dulcilí: “-Averigua primero de quién es la vaca”... FIN