El apuesto joven comentó en una fiesta: "-No quiero beber mucho. Con una copa de más me da por sentirme un don Juan”. Le dice con sugestiva voz la señorita Himenia: "-Entonces nos vamos a entender muy bien. A mí con una copa de más me da por sentirme doña Inés”... Lord Feebledick se enteró de que uno de sus compañeros de club, lord Busygoad, había tenido un encuentro de intimidad carnal con su mujer, lady Loosebloomers. Así, pidió recado de escribir y en una mesa del saloncito de fumar redactó una nota. Luego hizo que un criado se la entregara a Busygoad, que en el mismo salón fumaba su pipa mientras leía el Times. Decía así la nota: "-Muy señor mío: Sé sin ninguna duda que usted ha tenido relaciones adulterinas con mi esposa. Para aclarar este penoso asunto lo espero en el Hotel Usho mañana a las 6 de la tarde”. Lord Busygoad lee el mensaje y en su sillón escribe la respuesta, que el mismo criado lleva en el acto a Feebledick. La contestación decía así: "Estimado caballero: Recibí su circular, y hago de su conocimiento que con mucho gusto iré a la convención”... El agente vendedor trataba de hacer que la señorita Solicia Sinpitier, otra madura señorita soltera, adquiriera el producto que vendía. "-Se trata de un disparador de gases lacrimógenos. Con esto no la atacarán los hombres”. Pregunta Solicia: "-¿No tiene más bien algo que los induzca a atacar?”... Babalucas iba a vender su coche. "-¿Cuántos kilómetros trae?” -le pregunta un amigo-. "-80 mil” -responde Babalucas-. Le aconseja el otro: "-Pon el marcador en 20 mil. Así lo venderás más fácilmente”. Un mes después el amigo encuentra a Babalucas. "-¿Ya vendiste el coche?” -le pregunta-. "-Todavía no -contesta el tonto roque-. Para poner el marcador en 20 mil kilómetros ando de reversa en el automóvil, pero apenas voy en 50 mil”... Despertó la Bella Durmiente y sintió sobre sí al Príncipe Azul, que ejercitaba el más antiguo rito del amor. "-¡Oye! -exclama la Bella Durmiente llena de sobresalto-. ¡Para despertarme bastaba con el beso!”. "-Sí, -responde el Príncipe acezando con agitación-. ¡Pero yo te quiero bien despierta!”... En cierta ocasión el Presidente Luis Echeverría, quien recién había regresado de un viaje a China, invitó a algunos de sus amigos y colaboradores a ver una película documental que mostraba cómo tres millones de chinos habían construido una presa en tiempo récord sin usar más que picos, palas y azadones. Uno de los invitados, con mala leche o simplemente por bromear, se dirigió a don Enrique Cárdenas González, a la sazón Gobernador de Tamaulipas, y le dijo: “-Enrique: a ver si haces una presa igual allá en tu Estado”. “-Sí, caborón –le contestó Cárdenas sin vacilar-. Nomás mándame a los chinos”. La anécdota me la contó Ramón Durón, amenísimo conversador, y cobra nueva actualidad con la invasión del mercado mexicano por productos chinos. Ojalá no nos asuste eso que sucede, y menos aún nos lleve a asumir torpes actitudes de hostilidad xenofóbica hacia los orientales. También nosotros podemos enviar productos a China en condiciones de competencia. Sólo necesitamos saber cuáles productos podemos exportar allá, y enviarlos en condiciones adecuadas de calidad y precios... FIN.