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De Política y Cosas Peores

Por Armando Camorra

Esta columneja lleva por título: "Hágase la Voluntad de Dios en los Bueyes de mi Compadre”. ¿A qué ese nombre de claro matiz paremiológico? Luego lo diré. Antes séame permitido exornar estos inanes renglones faltos de sindéresis con el relato de algunos bigardos chascarrillos. (Caón, no sé qué quieren decir las palabras "paremiológico”, "exornar”, "inanes", "sindéresis” y ""bigardos”. Conozco bien, en cambio, y uso con frecuencia, los vocablos "estos”, "con”, "antes” y "algunos”. Descifré, pues, el 50 por ciento de la frase, más o menos. En promedio no está mal, como dijo Enrique Octavo, que hizo decapitar a dos de sus seis esposas... Quasimodo, el jorobado de Nuestra Señora de París, sufría mucho porque no podía dar gusto a su mamá. Todas las mañana le decía la señora: "-Te me vas derechito al trabajo”... Una muchacha que lucía un vestido tal que por arriba se le veía hasta abajo y por abajo se le veía hasta arriba se presentó en la gendarmería a denunciar que un sujeto había abusado de ella. "-¿Cuándo y dónde sucedió eso?” -le pregunta el oficial de guardia. "-En el Hotel Camagua -responde la muchacha-, estos últimos tres días”. "-¿Tres días! -se sorprende el oficial. ¿Y en todo ese tiempo usted no pudo hacer nada?”. "-Verá -explica ella-. No supe que el canalla estaba abusando de mí sino hasta que el cheque rebotó”... La señora le cuenta a su vecina: "-Una vez al mes mi marido y yo tenemos una terrible discusión". "-Yo dos -contesta la otra-. A mi esposo le pagan por quincena”... Libidiano, erotómano galán concupiscente, asediaba con encendidas demandas pasionales a Dulcilí, núbil mujer de las que el Código de Napoleón llamaba "castas y honestas". Ella se resistía a hacer dación del tesoro que tan celosamente había guardado para ofrendarlo en el tálamo nupcial al hombre que le diera el dulcísimo título de esposa. Libidiano insistía, sin embargo, y con obstinación iba estrechando el cerco que puso a la virtud de Dulcilí. "-No puedo hacer eso que me pides -le dice un día ella-. Tengo valores”. Responde Libidiano: "-Y yo tengo bonos y acciones, pero no creo que en este asunto tengan que intervenir nuestras finanzas”... Salió la indita de su casa. Su marido le dice a un amigo: "-Creo que mi mujer se va a petatear”. "-¡Cómo! -se asusta el amigo-. ¿Por qué crees que se va a petatear?”. Responde el indito: "-Porque el otro día la seguí hasta el jacal de mi compadre Chon, y estaba en el petate con él”... Tengo la impresión de que a la Iglesia católica -mi iglesia- se le puede aplicar el refrán que puse al principio de esta seccioncilla: "Hágase la voluntad de Dios en los bueyes de mi compadre”. En efecto, la Iglesia, a través de sus obispos, demanda de continuo que el Gobierno haga esto y aquello en los términos que demandan los nuevos tiempos, la modernidad. Los eclesiásticos, empero, se mantienen sin cambio en cuestiones que también atañen al cambio de los tiempos: el uso de anticonceptivos, el empleo del condón, los derechos de los homosexuales, las campañas de información y educación sexual. No es posible exigir avances en un campo y pretender que en otro siga la inmovilidad... Viene ahora un relato que no deben leer los integrantes de la Liga de la Decencia ni las socias de la Pía Sociedad de Sociedades Pías... La esposa de don Geroncio, señor de edad muy avanzada, sorprendió a su marido en el cuarto de la joven mucama de la casa. "-¡Geroncio! -le dice con mucho sentimiento-. ¡No te creí capaz de hacer esto!”. "-¡Y dos veces!” -responde feliz y orgulloso el veterano... FIN.

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