Un pájaro carpintero voló lejos de su nido. Voló y voló hasta llegar a una remota comarca. Vio un camino, y junto al camino un poste de la energía eléctrica. Se posó en él, pues iba cansado de tanto volar, y tenía hambre. Para buscar insectos dio un picotazo al poste. Y sucedió, extraña coincidencia -sin las coincidencias no podría haber cuentos, ni la vida tendría explicación-, sucedió, digo, que en el preciso instante en que el pájaro dio su picotazo cayó un rayo que partió al poste en dos. Exclama estupefacto el carpintero: "-¡Carajo! Cuando estás lejos de tu casa ¡qué duro se te pone el pico!"... Cuando está lejos de su casa el Presidente Fox el pico se le abre. Habla de más, y dice cosas que mueven a la risa o al asombro. Eso de que en algunos años la economía mexicana igualará a la del Japón o los Estados Unidos, es una desmesura que ni en sus más locos arrebatos triunfalistas concibieron los presidentes del antiguo régimen. El anuncio de un tren bala entre la Ciudad de México y Guadalajara dejó aturrullado al mismísimo secretario de Comunicaciones: se vio a las claras que el funcionario no tenía ni la menor idea del asombroso anuncio hecho por Fox. Hemos aplaudido el ofrecimiento de la Primerisísima Dama de alejarse de los reflectores. Igualmente agradeceríamos que el Segundo Caballero pusiera un poco de distancia entre él y los micrófonos... Aquella señora sufrió quemaduras de consideración en una mejilla, y el doctor Quilting, famoso cirujano plástico, se vio en la precisión de hacerle un trasplante de piel. El marido de la señora se ofreció a ser el donante, y el doctor Quilting obtuvo la piel necesaria para la operación sacándola de las pompas del señor. El injerto funcionó de maravilla: la señora quedó muy bien, y pronto se regeneró la piel del esposo en la parte afectada. Restablecidos ya los dos de aquella intervención quirúrgica, la señora le dice un día a su marido con voz llena de emoción: "-Viejito: no sé cómo agradecerte que hayas donado piel de tu cuerpo para mi operación". "-No tienes nada qué agradecer, vidita -responde el señor con una gran sonrisa-. Obtengo mi recompensa cada vez que veo a tu mamá besarte en la mejilla"... Doña Picia era la mujer más fea en 2 mil millas a la redonda. Si se casó fue sólo porque, como dice el refrán, nunca falta un roto para un descosido. Cierto día su marido llegó en hora inusitada al domicilio conyugal. El hombre no dio crédito a sus ojos: su esposa estaba en trance de fornicio con un compadre de ambos. "-¡Compadre! -profiere con lamentoso acento el marido de la fea mujer-. Yo tengo qué. Pero ¿usted?"... "-¡Padre, padre! -clama con ansiedad el individuo en el confesionario-. ¡Anoche le hice el amor tres veces seguidas a una mujer!". Pregunta el confesor: "-Esa mujer ¿es casada?". "-¡Sí, señor cura! -responde el tipo con excitada voz-. ¡Es mi esposa!". "-Si es tu esposa -replica extrañado el sacerdote- no tenías por qué venir a confesarte. No es pecado hacerle tres veces el amor a tu esposa". "-Ya lo sé, padre -contesta el hombre-. ¡Pero a alguien se lo tenía que contar!"... La señora escuchó ruidos extraños en el baño y fue a ver qué sucedía. Lo que vio la dejó horrorizada: su marido había colgado una cuerda de la regadera y se iba a ahorcar. "-¡Detente, Cornalino! -le grita con angustia-. ¿Por qué quieres arrebatarte la existencia?". Solloza el lacerado: "-¡No tengo en qué caerme muerto, y sin embargo te hice 10 hijos!". "-Si es por eso no te suicides -le dice la señora-. Estarías ahorcando a un inocente"... FIN.
