Una granjera invitó a su amiga a que la acompañara a comprar un toro. El vendedor les enseñó varios. La granjera reparó en un toro de triste aspecto que estaba en un rincón del corral. "-Ni lo vea, señora –le aconseja el dueño de los animales-. Ese toro es inservible. No cumple su función con las vacas, con ser esa función tan agradable”. La señora ofreció por el animal un precio vil, y lo compró. Entonces tomó una piedra, y con ella le rascó una oreja al toro. Para sorpresa de todos, al instante el animal cobró vigor increíble y animación sin límites. Ipso facto dio buena cuenta de seis o siete vacas, y si su antiguo propietario no se hubiera alejado con prudencia habría conocido también el nuevo vigor del animal. Pasados unos días la granjera se encontró con el marido de la señora que la había acompañado a comprar el toro. "‘-¿Cómo está mi comadre?” –le pregunta. Dice el tipo: "-Desde que fue con usted a comprar el toro actúa en forma extraña. Mire cómo me tiene las orejas. Le ha dado por raspármelas todas las noches con una piedra”... “-Estoy muy preocupada por Pepito –le dice a su esposo la madre del pequeño-. No me quita los ojos de encima. Me dice que estoy muy guapa, que soy muy bella, muy hermosa. A lo mejor tiene complejo de Edipo. ¿No crees que deberíamos llevarlo con un siquiatra?”. Responde el señor: “-Más bien creo que deberíamos llevarlo con un oculista”... El anfitrión le dice a Empédocles: “-Perdóname, pero tengo que pedirte que te vayas. Son ya las 3 de la mañana, y entro a las 8 a trabajar”. “-¡Perdona! –exclama con voz tartajosa el borrachín-. ¡Creí que estábamos en mi casa!”... En la playa Babalucas vio a las hermosas bañistas que tomaban el sol. "-¡Qué hacen?” –le pregunta a su acompañante-. "-Se están tostando” –explica éste. Y dice Babalucas: "-¡Indejas! ¡Tan buenas que están así cruditas!”... Un peligroso delincuente escapó de la prisión. Esa misma noche regresó por su propio pie a entregarse. “-¿Por qué volviste?” –le pregunta el alcaide, boquiabierto. Contesta el reo: “-Mi mujer vio en la televisión la noticia de mi fuga. Cuando llegué a la casa me preguntó furiosa: ‘-¿Dónde andabas? ¡Hace más de cinco horas que escapaste!”... Astatrasio Garrajarra, ebrio consuetudinario, subió al jet llevando escondido un perrito. Apenas despegó el avión Astatrasio sintió necesidad de ir al pipisrúm. Cuando regresaba a su asiento lo detiene una de las aeromozas. Le dice: "-Caray, señor, mire cómo trae el pantalón, todo mojado”. "-¡Ah jijo! –exclama consternado Garrajarra-. ¡Lo que saqué era la cola del perrito!”... Jactancio le dice a su compañera de oficina: “-¿Oíste la mala noticia, Susiflor? El hombre más guapo de la compañía, que es también el mejor amante, el más potente y diestro, se está quedando sordo”. “-¡Santo Cielo! –se alarma la muchacha-. ¿Quién es él?”. Responde Jactancio: “-Habla más fuerte, por favor. No te oigo”... El viajero llegó al hotel. En el lobby se topó con una exuberante pelirroja que le dirigió una mirada sugestiva. Trabó conversación con ella y minutos después llegó al mostrador de la recepción llevándola del brazo. Pidió una habitación doble y se registró como "Señor y señora Smith". Dos días después el viajero pidió su cuenta. "-¡60 mil pesos! –exclama estupefacto al verla-. ¡Oiga! ¡Estuve nada más dos noches!". "-Usted sí -dice el empleado-. Pero su esposa ya tenía un mes en el hotel"... Don Poseidón, labriego adinerado, le dio un consejo a su hijo Eglogio, que estaba por casarse. “-La noche de sus bodas –le dice-, lleve m´hijo al cuarto una pala y un bote de pintura azul”. “-¿Una pala y un bote de pintura azul? –se asombra el chico-. ¿Para qué, ‘apá?”. Responde don Poseidón: “-M’hijo tiene que estar seguro de que su mujer es inocente y pura, que nunca antes ha conocido varón. Para eso píntese aquello de azul. Si su mujer le pregunta: ‘-Oye ¿por qué tienes eso azul?’, eso querrá decir que ya conoce. Entonces déle en la cabeza con la pala”... FIN.