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De Política y Cosas Peores

Por Armando Camorra

Aquella mujer tenía un marido muy desobligado, que se desentendía de ella en todos los sentidos. Ni siguiera le daba para el gasto. Un día el dueño de la tienda de la esquina dice a la señora: "-Me debe usted ya 500 pesos. ¿Cuándo me va a pagar?”. Ella, que gustaba de cumplir sus obligaciones, responde con gran pena: "-Mire usted, don Mercuriano: no tengo dinero para pagarle. Sin embargo disponga usted de mí a su antojo, placer y conveniencia. Sólo de esa manera le puedo yo pagar”. Ni tardo ni perezoso, el tal Mercuriano pasó ahí mismo su factura en la forma en que la deudora proponía. La mujer, que como ya se dijo sufría el desvío y el desamor de su marido, se sintió transportada en alas de aquellos pasionales deliquios a las mansiones del éxtasis sensual. Cuando todo termina le dice Mercuriano: "-Muy bien, señora. Estoy pagado”. "-¡Ah no, Mercuriano! -protesta ella-. No quiero favores. ¡Me falta todavía pagarle los otros 499 pesos!”... En La Habana pronunciaba Fidel uno de sus kilométricos discursos. "-¡Me acusan de ser un dictador...!” -comienza a decir. Un vendedor de cacahuates lo interrumpe: "-¡Maní! ¡Maní!”. Fidel, molesto por la interrupción, continúa su peroración: “-Yo les contesto a los imperialistas yanquis que...”. Y el impertinente vendedor: "-¡Maní! ¡Maní!”. "-Yo les respondo a nuestros enemigos -se esfuerza Fidel en retomar el hilo- que la gloriosa revolución socialista...”. Y otra vez el de los cacahuates: "-¡Maní! ¡Maní!”. Fidel estalla, furibundo: "-¡Si alguien vuelve a decir ‘maní, maní’ le voy a dar una patada en el trasero que lo hará aterrizar en Miami, chico!”. Al oír eso los 10 mil cubanos que oían el discurso empiezan a gritar al unísono: "-¡¡¡Maní!!! ¡¡¡Maní!!!”... Viene a cuento este cuento porque el pueblo cubano, tan admirable, tan querido por los mexicanos, es víctima de una dictadura, odioso anacronismo en nuestro tiempo, que se supone de libertad y democracia. Eso, sin embargo, no justifica la arrogante actitud del secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, quien en la OEA llamó a los países de América Latina a acelerar la caída de Castro. El problema de Cuba deben resolverlo únicamente los cubanos, incluidos entre ellos los que viven en el exilio. Se me ocurre una idea descabellada: ¿están pensando acaso los norteamericanos en otra intervención semejante a la de Iraq a fin de beneficiarse con los recursos naturales de la Isla y aprovechar su posición estratégica? Es pregunta... La señora va con el médico. "-Doctor -le dice- tengo un problema serio. Cuando mi marido llega al final del amoroso trance lanza un grito tal que a su lado los alaridos de Tarzan el Rey de la Selva son apagados murmullos, susurros inaudibles”. "-Ese no es ningún problema, señora -le responde el médico-. Antes bien debería usted sentirse orgullosa y satisfecha de que su marido manifieste su éxtasis y su plenitud con ese penetrante grito de salvaje”. "-¡Pero es que me despierta, doctor!” -se queja la señora... Celiberia Sinvarón, madura señorita soltera, tenía una gatita. Tanto la amaba que jamás la dejaba salir al jardín, temerosa de que algo malo le pasara. Sucedió cierto día que en una rifa se ganó Celiberia un viaje a Acapulco. Accedió a ir por no desperdiciar el premio, pero una y mil veces le pidió a su amiguita Himenia Camafría, soltera como ella, que por ningún motivo fuera a dejar salir a la gatita. Pues bien: en Acapulco conoció Celiberia a un fino y guapo caballero que después de cortejarla cumplidamente le dio a conocer todos los goces del amor. De inmediato puso Celiberia un telegrama urgente a Himenia: "¡Deja salir a la gatita y sal tú también! ¡No saben lo que se están perdiendo!”... FIN.

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