"La vida empieza a los 40 años". Laborino tenía precisamente esa edad, pero para él la vida parecía estar acabando ya. Por exceso de trabajo sufría de estrés y surmenage; padecía insomnio permanente; mostraba las señales de una urticaria perstans vesiculosa, conferta y anular de claro origen nervioso. Para colmo tenía frecuentes episodios de eneuresis, poliuria o urorrea. Quiero decir que mojaba la cama por las noches. Fue a consultar a un médico, el cual, después de revisarlo, le dijo: "-Le tengo dos noticias, una mala y una buena. La primera: tendrá usted que dejar de trabajar". "-¿Y cuál es la mala noticia?" -preguntó angustiado el hombre. Ésa era la mala noticia, precisó el facultativo. La buena es que si se tomaba un descanso de seis meses recobraría la salud y podría alcanzar la suprema dicha que Cervantes describe en el Quijote: "... y, en los últimos pasos de la vida, te alcanzará el de la muerte en vejez suave y madura, y cerrarán tus ojos las tiernas y delicadas manos de tus terceros netezuelos...". "-Pero, doctor -se angustia el lacerado-. No puedo dejar de trabajar seis meses. ¿De qué vamos a vivir mi esposa y yo?". "-Amigo mío -responde el galeno con mucha dignidad-. Soy médico, no asesor en materia de economía. Eso sí: como necesito ver por la mía, venga usted a consulta cada mes a fin de observar el curso de su padecimiento". Ya en su casa habló Laborino con su esposa. Ella le dijo: "-Gustosa trabajaré mientras descansas". "-¿Qué sabes hacer tú? -opuso el marido-. Hasta donde he visto sólo eres buena para una cosa cuyo nombre no puedo aquí decir por estar apareciendo nuestra conversación en un periódico de gran prestigio". "-Pues esa cosa haré -replicó la señora con determinación-. Necessitas dat legem, non ipsa accipit. La necesidad no admite ley: la impone. Mañana mismo saldré a la calle, generoso lugar que es para incontables hombres y mujeres oficina, tienda, taller, mercado o mies para ganar la vida. Ahí ofertaré mis habilidades de supereminente colchonera. Ejerciéndolas ganaré lo suficiente para el yantar de estos seis meses, con la ventaja de que si me va bien podré poner negocio establecido, y a lo mejor hasta te quito de trabajar, mirando el daño que eso hace a tu salud". Se resistía el marido a permitir aquel arreglo, pero sin más la señora se maquilló y vistió en forma conveniente y salió a ofrecer su mercancía, que era de las de mucha nobleza, pues quien la vende la conserva y puede ponerla en venta nuevamente. Regresó la mujer a su casa a horas de la madrugada. Traía mil 100 pesos. "-No me parece mucho -masculla el esposo-. Pero dime: ¿quién te dio los 100 pesos?". Responde ella derrengada: "-¡Todos!"... En Nuevo León ha crecido considerablemente la ventaja que las encuestas dan a Natividad González Parás, candidato de la Alianza Ciudadana a Gobernador, sobre el panista Mauricio Fernández Garza. Si éste recurre a la guerra sucia en un desesperado intento por remontar los pronósticos que le son adversos, tal táctica se volverá contra él y lo dañará más de lo que él mismo se ha dañado con sus actitudes de prepotencia y sus imprudentísimas declaraciones. Unas y otras hacen pensar que lo peor que le podría pasar a Nuevo León es que alguien con las características de Mauricio Fernández ocupara el cargo de Gobernador... El juez amonestaba al marido de doña Gorgona, pues con alevosía, ventaja, traición y un grueso palo le había pegado en el lomo a su mujer estando dormida. Le dice: "-Pagará usted una multa de mil pesos. ¡Eso de pegarle a su mujer cuando estaba dormida!". "-Señor juez -manifiesta el individuo-. Le doy a usted 2 mil si es capaz de pegarle cuando esté despierta"... FIN.
