Un hombre aficionado a las aves compró una lechucita. La llevó a su casa y la puso junto a un perico que tenía. Tan pronto el libidinoso cotorro ve a la lechucita le advierte con voz llena de lubricidad: "-Nomás que el patrón se descuide te voy a follar, preciosa”. La lechucita abre mucho los ojos y hace: "-¡Jú! ¡Jú!”. "-¿Cómo que who, who? -contesta retador el loro-. ¡Yo mero! ¡Y me vale que seas gringa!”... En la madrugada el joven marido llamó por teléfono al doctor: su esposa estaba a punto de dar a luz su primer hijo. "-¿Qué tan separados siente los dolores?” -pregunta el médico al muchacho-. "-No sé, doctor -responde él lleno de nerviosidad-. Creo que todos los siente en la misma parte”... Graves pecados de lesa patria cometemos cada día. Desdeñamos a México mientras con necia admiración de payos miramos a otros pueblos. No le damos a México nuestro amor de buenos hijos, nuestro quehacer de ciudadanos buenos. Destruimos los dones de su naturaleza. Por torpeza y maldad le negamos los frutos que derivan de la justicia. Pero la Patria, como una madre, nos perdona. Con su paisaje nos perdona; con sus nobles artesanías nos perdona; con su música y sus canciones nos perdona; con su rica cocina nos perdona; con las grandezas de su Historia nos perdona; con la fe de su pueblo nos perdona; con sus fiestas y tradiciones nos perdona; con el amor entrañable de su gente -mi jefecita santa, mi viejo, mi gorda, mis bodoques, mis cuates, mi compadre, mi manito-, con todo ese amor, que es la Patria también, la Patria nos perdona. Y nosotros ni siquiera recogemos su perdón... En la noche de bodas el recién casado se presenta al natural ante su mujercita. "-Susiflor -le dice con ternura-. No tengas miedo: lo haré con mucha delicadeza, para no lastimarte”. Ella lo ve de arriba abajo -y en medio- y le contesta: "-Te agradezco la delicadeza, Micronio, pero, la verdad, no creo que con eso podrías lastimar a nadie”... Una muchacha pasó a mejor vida. Quienes fueron a la funeraria se sorprendieron al verla en el ataúd con las rodillas en alto y separadas. "-¿Por qué la pusieron así?” -pregunta alguien en voz baja al empresario de pompas fúnebres. Responde el individuo: "-Antes de morir pidió que la pusiéramos como la recordaban sus amigos. E hicimos una encuesta”... Le dice un tipo a otro con aire de misterio: "-Compadre: quiero pedirle un favor muy especial. Espero que no me lo niegue”. "-Dígame, compadre -le contesta el otro-. Si en mis manos está hacerle ese favor, cuente conmigo”. "-Compadre -dice el sujeto con gran solemnidad-. Quiero que tenga sexo con mi esposa”. "-¡Qué barbaridad, compadre! -exclama estupefacto el otro-. ¿Cómo puede usted pedirme eso?”. "-De veras, compadrito -vuelve a decir el tipo-. Quiero que tenga relaciones con mi señora. Ése es el favor que le quería pedir”. "-No, compadre -responde el otro-. Yo a usted lo respeto mucho, y sé que usted me respeta también. Además aprecio mucho a mi comadre, y por ningún motivo le faltaría al respeto”. "-De veras, compadre, por favorcito -le suplica el otro-. ¡Hágalo con mi mujer!”. "-Caray, compadre -dice el amigo rascándose la cabeza-. ¿Por qué me pide eso, si ha habido entre nosotros siempre una gran lealtad, una amistad purísima, un respeto muy grande. ¿Por qué quiere que tenga relaciones con su esposa?”. Responde el otro: "-¡Porque quiero que la enseñe a hacer el amor, compadre! ¡La esposa de usted, mi comadrita, lo hace requetebién!”... FIN.