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De Política y Cosas Peores

Por Armando Camorra

¡Hoy! Sí, hoy aparece aquí el chiste más ruin de cuantos en el año han visto la luz en esta columneja. Su sola mención es muestra de la tremenda decadencia a que han llegado las costumbres en todo el Hemisferio Occidental, incluido El Moquetito, Tamaulipas. He aquí el nombre de ese bigardo cuento reprobable: "El Señor que Experimentó una Conmoción de Orden Erótico, Pero en ese Momento no se Encontraba su Esposa a fin de Compartir con Ella tal Conmoción según las Leyes Humanas y Divinas”. Las personas de estricta moral o rígidos principios no deben leer ese relato goliardesco, pues podrían sufrir un accidente, insulto, soponcio, telele o patatús. Antes de entregar a los tórculos el dicho chascarrillo he aquí una profunda reflexión que hago sin otra pretensión que la muy modesta de orientar a la República... Hay quienes dicen que no irán a votar el próximo 6 de julio porque las campañas de los diversos candidatos han sido pedestres, llenas de injurias, dicterios y mentiras, o colmadas de chabacanería e insulsez. A quienes así piensan yo les digo que no piensen así. Desde luego ¿quién soy yo para decirle a alguien cómo debe pensar? Pero también ¿quién soy para no decir lo que pienso? Entre esas dos preguntas me veo, igual que entre la espada y la pared, como nauta entre Escila y Caribdis. A nadie se le escapa, sin embargo, que el abstencionismo favorece males de los cuales nos hemos ido librando los mexicanos poco a poco. Uno de esos males es la perpetuación de un sólo partido en el poder, o la confusión de un partido con el Gobierno. Con el voto los ciudadanos expresamos nuestra opinión política. No debemos omitir nunca esa manifestación, pues entonces dejaremos la política en las peores manos: las de los políticos, y ellos podrán hacer y deshacer a su completo antojo. ¿Por qué yo no soy completo antojo? Porque no me gusta que nadie haga y deshaga conmigo. Queden, pues, quienes inciten al abstencionismo en calidad de boquiflojos, lenguaraces, parleros, charlatanes, verborreros, locuaces, badajos y habladores... Sigue ahora el cuento prohibido que arriba se anunció... Llegó un sujeto con el médico. "-Doctor -le dice pesaroso-. Tengo un problema grave. Por más que hago no puedo cumplir la obligación que como marido tengo con mi esposa. Ella se queja de mi falta de actividad romántica; alude continuamente a mi ausencia de vigor y hasta amenaza con dejarme. ¿No tiene usted algo que me capacite para cumplir el conyugal deber?”. "-Llega usted en el momento justo -le contesta el galeno-. Acabo de recibir una inyección mirífica que tiene gran poder: provoca una conmoción erótica que dura tres horas continuadas. Le aplicaré esa ampolleta, se irá usted a su casa y cumplirá crecidamente con su esposa”. En efecto, procedió el facultativo a aplicar aquel remedio taumaturgo. ¡Oh milagro! De inmediato se produjo el anhelado efecto. Apresuradamente el tipo se dirigió a su casa. Pero no estaba ahí su esposa. La buscó por teléfono sin resultados. El tiempo iba pasando; la señora no regresaba al domicilio conyugal, y el tipo se angustiaba: pasarían las tres horas y desaparecería la milagrosa conmoción. Tomó el teléfono y ansiosamente llamó al médico: "-¡Doctor! -clama desesperado-. ¡Me resta sólo media hora de conmoción, y mi esposa no llega!”. "-No se apure -lo tranquiliza el médico-. Tengo una amiguita muy guapa y atractiva, de redondeadas formas curvilíneas. Si quiere se la mando”. "-¡No, doctor! -profiere el tipo-. ¡Con ésas no batallo!”... FIN.

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