En la plaza del pueblo estaban dos amigos, el uno oriundo del lugar, el otro visitante. Advirtieron de pronto que venía un individuo astroso, de ojos desorbitados y ropa hecha jirones. El hombre blandía amenazante un gran cuchillo. "-Huyamos -dice el del pueblo a su invitado-. Ese loco le corta los éstos al que tenga más de tres”. "-¿Por qué hemos de huir? -pregunta con extrañeza el visitante-. Yo no tengo más de tres, y supongo que tú tampoco”. "-Te digo que corramos -insiste el lugareño-. El caón primero corta y luego cuenta”... ¡Loco macana! ¡Bárbaro emasculador! Una cosa te digo, desdichado: si te viera venir, aunque fuese a una distancia de 500 toesas (un kilómetro aproximadamente) no esperaría a que me contaras ni las novedades del día. Saldría corriendo con la velocidad de un rayo perseguido por otro. Bien puedo asegurarte que en esa veloz fuga rompería las marcas logradas por los más conocidos recordmen: Jesse Owens, Jim Thorpe, Emil Zatopek y Paavo Nurmi. Otros muy celebrados corredores como Kipchoge Keino, Peter Snell, Jim Ryun, Alberto Juantorena, Roger Bannister, Lasse Viren y Voluptano Velopié serían a mi lado igual que caracoles o tortugas. "-¡Momento! -interrumpe uno de mis cuatro lectores-. De todos los grandes velocistas que has citado he oído hablar, menos de Voluptano Velopié. ¿Quién fue ese deportista? ¿En qué Olimpiada o Juegos Panamericanos destacó?”. Respondo: ni deportista ni corredor olímpico fue Voluptano Velopié. Es uno que estaba yogando con mujer casada cuando llegó el marido. Sacó el furioso sujeto una pistola y Voluptano, tal como estaba, en peletier, saltó por la ventana y echó a correr para salvar la vida. Le disparó el sujeto, pero no le acertó, y Voluptano pudo escapar. Alguien le preguntaba después al asustado Velopié: "-Y cuando te disparó el marido ¿oíste la bala?”. "-Dos veces -contestaba Voluptano todavía tembloroso-. La primera cuando me pasó la bala, y la segunda cuando yo la pasé a ella”... Ahora bien. O mal, o más o menos: ¿a qué esos cuentos sobre velocidad? Me sirven de adecuado prolegómeno para dar a quien corresponda un buen consejo. (NOTA: La gente grande da consejos a fin de compensar su incapacidad para dar malos ejemplos). A muchos causó inquietud una versión según la cual Lino Korrodi habrá de quedar limpio de polvo y paja en todo lo relativo a las acusaciones que pesan sobre el grupo Amigos de Fox. Es obvio que debe prevalecer el principio según el cual la inocencia de una persona se ha de presumir en tanto no haya pruebas indubitables de su culpa. Eso no impide, sin embargo, demandar que se investiguen a fondo, y sin tardanza, las actividades de ese grupo cuyos manejos dieron base para hacer señalamientos que no deben quedar en el vacío. Nada se ha hecho ya, o casi nada, en relación con el llamado Pemexgate, asunto que apenas ayer recibía tanta publicidad, y por eso los suspicaces han llegado a pensar que hubo un arreglo entre los partidos, que habrían pactado en este asunto lo que sería un empate técnico: no investigues mi corrupción y yo no investigaré la tuya. El PRI y el PAN se han hecho acusaciones mutuas de mucho peso y gravedad. La opinión pública exige que en estos casos la ley se aplique por encima de toda transacción política... Doña Pudicia, dama especializada en Moral, se indignó en el cine al ver una pareja de adultos mayores que se acariciaban. "-¿Por qué no se van a hacer esas cosas en su casa?” -les pregunta. "-Con mucho gusto iríamos, señora -responde cortésmente el individuo-, pero en la casa de ella se enoja su marido, y en mi casa se enoja mi mujer”... FIN.