Recordemos la conocida historia de aquel granjero que compró un gallito presumido y lo llevó a su casa. El gallo que ya estaba ahí, experto y sabedor, dijo al recién llegado: "-Si quieres hacerte cargo del corral podrás hacerlo. Sin embargo dame una oportunidad. Juguemos una carrera. El que la gane será dueño y señor. Pero concédeme unos pasos de ventaja, tomando en cuenta que soy mayor que tú". El gallito aceptó la propuesta, y a la voz de ya salieron corriendo los dos; adelante el gallo experto, atrás el gallito presumido. Oyó aquellas carreras el granjero, acudió con su rifle y ¡pum! le disparó al gallito nuevo, que corría atrás del otro. "-¡Carajo! -exclama el granjero con disgusto-. ¡El tercer gallo marica que me venden!". Este cuentecito enseña que va de gallos a gallos. Hay unos que cantan y luego, por decirlo así, descantan. A esa especie pertenece Mauricio Fernández Garza, candidato del PAN a Gobernador de Nuevo León. En el curso de su campaña hizo declaraciones muy imprudentes, como aquélla de legalizar las drogas. No hizo mención específica de una; habló de todas. Luego propuso que los alumnos de la Universidad de Nuevo León paguen cuotas iguales a las que cobra el Tecnológico de Monterrey. Cuando advirtió los malos efectos de esas infortunadas manifestaciones se desdijo, dijo que nunca dijo lo que dijo. En el cierre de su campaña, Fernández afirmó que es muy gallo, y tildó de gallina al candidato de la oposición. Independientemente de la irritación que en las mujeres votantes pueda causar el hecho de identificar groseramente la integridad y entereza con lo masculino, y la medrosidad y falta de carácter con el género femenino, independientemente de eso, digo, lo cierto es que Mauricio Fernández es el candidato que ha mostrado menos firmeza de voluntad y menos coherencia entre todos los que participan en la contienda electoral de Nuevo León. Un gallo así, que canta y luego descanta, desencanta. Un gallo así no es tan gallo... Afrodisio, galán concupiscente, pidió a Dulcilí, muchacha ingenua, que le hiciera dación del íntimo tesoro que ella guardaba con cuidado para ofrendarlo en el tálamo nupcial al hombre a quien daría el dulce título de esposo. Ella no entendió la solicitud hecha en los términos que dije, de modo que Afrodisio hubo de precisar su demanda y pedirle que le diera "aquellito". Entonces sí, pese a su ingenuidad, Dulcilí entendió lo que Afrodisio requería. Le contesta: "-Si hago lo que me pides, al día siguiente no me respetarás". Replica el cínico galán: "-Bueno, todo depende de cómo lo hagas"... Dos españoles iban a ir de cacería a un bosque. "-Para no perdernos -dice uno- llevaré una brújula". "-Está bien -responde el otro-. Yo, por si nos perdemos, llevaré arroz, azafrán, pollo, trozos de carne de cerdo, camarones, almejas y una paellera". Pregunta muy intrigado el amigo: "-Y todo eso ¿de qué nos servirá en caso de que nos extraviemos en el bosque?". Explica el otro: "-Si nos perdemos y no llega nadie en nuestra ayuda, encenderé fuego y empezaré a hacer una paella. Inmediatamente aparecerán cien gilipollas para decirme que así no se hace una paella"... Un rico banquero se enamoró de una muchacha desconocida. Los abogados del ricacho, temerosos de que su cliente cayera en manos de una mujer sin escrúpulos, contrataron a un detective privado a fin de que recabara informes de la chica. Una semana después volvió el investigador con su reporte: "La muchacha es virtuosa, de excelente conducta, muy decente. Lo único malo que se puede decir de ella es que últimamente se le ha visto acompañada por un banquero ladrón, sinvergüenza, desprestigiado y de pésimos antecedentes"... FIN.
