La gente de Santiago Nuevo León es buena gente. La antigua Villa es hoy ciudad muy próspera, pero ese cambio no ha quitado a sus pobladores la afable llaneza proverbial que los define. En Santiago los que tienen la misma edad que tú te dicen "primo", los que tienen menos edad que tú te dicen "tío", y "sobrino" te llaman quienes tienen mayor edad que tú. Lo que Beverly Hills es para Hollywood, Coronado para San Diego o Cuernavaca para México, es hoy Santiago para Monterrey. En los años cuarentas del pasado siglo un santiaguense juntó dinero para comprar casa en la calle de Hidalgo, en Monterrey, pues oyó decir que ahí vivían los ricos. Cuando la compró supo que los ricos ya no estaban ahí: se habían ido al Obispado. Juntó otra vez dinero y compró casa en ese barrio señorial. Cuando llegó se enteró de que los ricos de Monterrey vivían ahora en la Colonia del Valle. Juntó otra vez dinero aquel señor de Santiago, y luego de varios años pudo comprar una casa ahí, en "la Colo". Cuando llegó recibió la noticia de que los ricos de Monterrey se habían ido a vivir en Santiago... Gente de mucho ingenio y genio son los santiaguenses. Un empleado de la fábrica textil recibió 120 pesos en el sobre de su raya semanal, aunque ganaba sólo 100. No dijo nada, claro. El siguiente día de pago su sobre llevaba nada más 80 pesos. Fue a la pagaduría y protestó airadamente por la falta. Le dijo el pagador: "-Te rebajamos los 20 pesos de más que te dimos la vez pasada. No protestaste entonces. ¿Por qué protestas ahora?". Respondió el santiaguense: "-Porque un error se los puedo pasar, pero dos no"... Yo tengo en Santiago profusa parentela amabilísima de primos y sobrinos incontables. Don Tomás de la Peña, tío carnal de mi mujer, salió del Potrero de Ábrego y se estableció en la Villa. Ahí creó la primera línea de autobuses. Iba a tomar café en la fonda, y vaciaba en la taza el azucarero mientras platicaba. Desde la caja el dueño del negocio veía tal dispendio, y le gritaba con angustia: "-¡Menéyele, don Tomás!"... Nieta de don Tomás es Tere de la Peña, prima mía. Ella habla con el cantarín tono de la tierra, y te dice "manito", y se dedica en cuerpo y alma al bien de los demás. En eso hace pareja con su esposo, Juan Valdés, que es todo bondad, todo nobleza y todo deseo de servir al prójimo. Ahora Juanito es candidato a alcalde de Santiago. Si sale, será seguramente uno de los mejores alcaldes que Santiago haya tenido. Lo digo porque lo conozco: el que es buen hijo y buen hermano, buen esposo y buen padre, habrá de ser por fuerza un buen servidor de su comunidad, y más si a esas cualidades añade cualidades de trabajo, capacidad, experiencia y amor entrañable a su solar nativo. La gente está con Juan -así lo muestran las encuestas-, y yo puedo decir que si sus paisanos llevan a Juanito Valdés a la alcaldía, Santiago será gobernado con eficiencia y con honestidad. Puedo firmarles esta declaración ante notario... La señora de la casa le dice a la criadita: "-Mary Thorn, te regalo este negligé. A mi marido no le gustó, y no quiere que me lo ponga". Contesta la pizpireta mucama: "-¡Uh, pos si no quiere que usted se lo ponga, menos va a querer que me lo ponga yo!"... Empédocles Etílez, el borrachín del pueblo, llegó ebrio a su casa, como de costumbre, y su mujer no le quería abrir la puerta. "-Ábreme -clama el temulento-, que traigo un ramo de flores para la mujer más hermosa del mundo". Al oír aquello la señora abre la puerta, ilusionada. Empédocles llevaba las manos vacías. "-Dónde está el ramo de flores?" -pregunta la señora, belicosa. Replica el beodo: "-¿Y dónde está la mujer más hermosa del mundo?"... FIN.
