Murió sor Bette, monjita adoratriz, y por su vida de virtud fue a dar al Cielo. Ahí el portero celestial, San Pedro, le dijo que de momento no había cuarto disponible para ella. La puso en lista de espera y le pidió que regresara al mundo. "-Échame un telefonazo dentro de una semana -le indicó-, a ver si para entonces ya tengo habitación". Pasada la semana telefoneó sor Bette, y San Pedro le dijo que aún no había lugar. "-Por favor, -suplicó la monjita-. Dame un lugar cuanto antes. Fuera del convento la vida es otra para mí. Ayer, por ejemplo, me fumé mi primer cigarro. Eso ¿pone en riesgo mi posibilidad de entrar en la morada celestial?". "-Pone en riesgo tus pulmones -le contestó San Pedro-, pero de lo demás no te preocupes: el Cielo ya lo tienes merecido. Espero otra llamada tuya la semana próxima". Llamó otra vez sor Bette, y el celestial portero le dijo que aún no había lugar. "-¡Por favor! -clamó la monjita-. ¡Las asechanzas del mundo me persiguen! ¡Ayer bebí mi primera copa! ¿Aun así podré entrar en el Cielo?". "-Claro que sí -la tranquilizó San Pedro-. Llama otra vez la próxima semana. Espero tener ya tu habitación". Pasados esos días sor Bette tomó el teléfono de nuevo. No había cuarto aún para ella, le informó San Pedro. "-¡Urge que me lo consigas! -impetró la angustiada madrecita-. ¡Anoche besé a un hombre por primera vez! ¿Me descalifica eso para entrar en la morada del Señor?". Esta vez el portero celestial vaciló un poco. "-No sé qué decirte -respondió-. Tendré que consultar el caso con el Jefe. De cualquier modo llámame mañana. Según van las cosas, temo que acabes por arruinar tu posibilidad de entrar en la casa del Señor. Haré todo lo posible por tenerte ya tu habitación". Al día siguiente llamó sor Bette. Le dice a San Pedro: "-¡Hola, Pete! ¡Habla Betty! ¡Olvídate del cuarto!"... Hasta los mismos panistas reconocen que se equivocaron al escoger a Mauricio Fernández Garza como su candidato a Gobernador de Nuevo León. Sus desatinos e imprudencias han sido tantos y de tan grande magnitud que Fernández acabó por provocar la desconfianza de los ciudadanos. Cuando las encuestas mostraron su absoluta desventaja frente a Natividad González Parás, el lenguaraz Mauricio empezó a recurrir a los insultos, y llegó a extremos que yo no había visto en las casi cuatro décadas que llevo como observador de la vida nacional. El cierre de su campaña fue bajuno, pedestre, con palabras y acciones que no merecen Monterrey y Nuevo León. Otra cosa distinta habría sido si los panistas hubiesen escogido como su candidato a Fernando Elizondo Barragán, quien hubo de conformarse con un interinato después de que el dinero y manipulaciones de Fernández le allegaron a éste la candidatura. Ahora hasta los mismos panistas temen en su fuero interno que Mauricio Fernández llegue a Gobernador. Piensan que si esa prepotencia y tal falta de escrúpulos mostró en campaña, ya en funciones su arrogancia y desdén por la ética serían aún mayores. Por mi parte, creo sinceramente que lo peor que le podría pasar a Nuevo León sería que lo gobernara alguien que ha mostrado las fallas personales, los notorios defectos y carencias que en el curso de su campaña evidenció Mauricio Fernández. Ojalá no prevalezcan su dinero, lo burdo de su campaña y la asesoría de los extranjeros que le aconsejaron pasar sobre los valores y tradiciones de Monterrey y Nuevo León con tal de alzarse con los votos y satisfacer a como dé lugar su vanidad... Celebraban aquellos esposos sus 25 años de casados. Pregunta ella: "-¿Me amarás cuando mi cabello se ponga gris?". "-¿Por qué no? -responde el marido-. Te he amado a través de otros 17 tonos distintos"... FIN.
