Tengo para mí que el "destape" que hubo en España tras de la prolongada dictadura del Caudillo abarcó todos los ámbitos de la vida de los españoles, y sigue llegando lo mismo al sótano que a los desvanes de su casa, a sus más apartados corredores, dependencias y aposentos. Muestra de ello es la última edición del Diccionario de la Lengua Española, que con tan gran deleite y tan corto provecho leo, pues me gustan las palabras, y en ese vasto libro vienen todas. Celebro con regocijo que la Real Academia recoja ahora con mayor amplitud y más acabalada precisión el hermoso y altitonante verbo "ch...". No sé si los mexicanos podamos alegar derechos de paternidad sobre esa voz, pero seguramente somos los que en todo el orbe de la lengua de Castilla lo empleamos con mayor propiedad, frecuencia y eficacia. Aunque con algunas pequeñas fallas -no soy yo el autorizado para señalarlas, pues apenas distingo la o por lo redondo- el nuevo diccionario registra las múltiples y variadas voces derivadas de ese verbo, sin el cual los mexicanos quedaríamos casi desnudos, como los hijos de la mar, así son de numerosos los voquibles que provienen de esa palabra radical. Digo todo esto porque voy a narrar un cuentecillo donde aparece tan noble y prestigiosa voz: "ch...". De ella se ocupó con estimable claridad Octavio Paz, colega de felicísima memoria, pues nada se le olvidaba, y de todo daba razón aun en su mayor edad. El protagonista de mi historia es don Gonzalo N. Santos, quien fue gobernador de San Luis Potosí durante muchos años, más de los seis que su período abarcó, de 1943 a 1949. Un alcalde recién electo -por él, naturalmente- fue a su despacho a pedirle consejo sobre el modo y manera de regir su municipio. Le dice don Gonzalo: "-Primero que todo procura estar bien con el Obispo. Tiene poder político; te puede ch... Luego procura estar bien con los ricos de tu ciudad. Tienen poder económico; te pueden ch... Después procura estar bien con los maestros. Tienen poder social; te pueden ch... Pero sobre todo procura estar bien conmigo. Porque el Gobernador tiene poder político, económico y social, ¡y yo sí te ch..., c... !"... Por fortuna, cacicazgos como el de "El Alazán Tostado" ya no existen. Fueron propios del tiempo y de las circunstancias en que vivieron aquellos rudos hombres. Pero con la democracia, dama recién llegada a nuestra casa, han venido otros vientos y otras tempestades. También los mexicanos estamos ahora en un destape semejante al de los españoles. Sólo que ellos supieron manejar con más solvencia el problema de la transición. En España se dio muy bien el paso de la dictadura a la libertad. Nosotros, en cambio, vamos a trompicones por esa nueva vía, la democrática. Y es que ellos tuvieron a Adolfo Suárez, y nosotros tenemos a Vicente Fox. Hasta ahora, tres años después del cambio que no ha cambiado nada, empezamos a ver indicios de buena acción política en el Presidente. Me alegró mucho saber que Fox se está reuniendo con los líderes de los partidos opositores para fincar junto con ellos los cimientos de una nueva relación entre la Presidencia y las diversas corrientes políticas de la Nación. A lo mejor estoy cantando vísperas cuando declaro mi confianza en un cambio de actitud de Fox. Pero si el optimismo desbordado es malo, el pesimismo por sistema es peor. Aplaudo, pues, esa gestión del Presidente, y espero que su buena voluntad, con la de los líderes políticos, traiga tiempos mejores para México... FIN.
