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De Política y Cosas Peores

Por Armando Camorra

Una pareja de recién casados llegó a un hotel en Cuba. Eran mexicanos los novios, y la muchacha había oído hablar del sistema de espionaje que Castro ha establecido en la Isla. Sintió temor de que en la habitación hubiera un micrófono, y que los ruidos que acompañan al acto del amor -susurros, ayes, murmullos, bisbiseos, estertores, sonidos onomatopéyicos variados, acezos, respiraciones sibilantes, jadeos, gritos y ululatos- pudieran ser oídos por algún agente de la policía castrista, y grabados para someterlos al escrutinio y consideración del dictador. Pidió, pues, la muchacha a su flamante esposo que revisara el cuarto a fin de hallar cualquier aparato de detección fónica. Él se puso a buscar a toda prisa, pues anhelaba ya subir al tálamo y consumar las nupcias. Revolvió los rincones, buscó tras las cortinas y los cuadros, revisó las lámparas, movió los muebles... y no encontró ningún indicio de espionaje. Finalmente levantó la alfombra. ¡Ahí estaba lo que seguramente era el aparato trasmisor! Se trataba de un disco metálico sostenido por cuatro tornillos. Trabajosamente consiguió el muchacho quitar los tornillos y las tuercas y retirar el disco aquel. Cumplida la operación, tranquilizada la medrosa ninfa, subieron ambos al lecho y se entregaron, ya sin inquietudes del alma, a sedar las del cuerpo. Al día siguiente el administrador del hotel les preguntó si estaban conformes con la habitación que se les había asignado. Ellos, nerviosos, respondieron que sí. "-Me alegra saberlo -dice el hombre-, porque hoy en la mañana recibimos una queja: a los recién casados que ocupaban el cuarto que está bajo el de ustedes, se les vino encima anoche el candil del techo"... Un extranjero viajó a Irlanda. Los irlandeses, ya se sabe, son católicos, belicosos y bebedores, salvas las naturales excepciones. (Entre los 3.832.724 habitantes de Eire hay tres anglicanos en Galway, dos pacifistas en Limerick y un abstemio en Cork. Los seis han sido declarados locos y fuera de la ley por el Taoiseach o Primer Ministro). Pues bien: aquel tipo entró con un amigo en un pub o cantina de Dublin, pidió una cerveza oscura, y otra, y otra. En eso se estaba trasmitiendo un sermón del Papa por la televisión. Se pone en pie el extranjero y pide en alta voz: "-¡Quiten eso! ¡Está muy aburrido!". No había acabado de decir tal cosa cuando cinco forzudos irlandeses le cayeron encima, y después de propinarle una muy buena tunda lo sacaron en vilo y lo arrojaron todo maltrecho, sangrando por nariz y boca, en el arroyo de la calle. Sale corriendo el amigo a darle auxilio. "-¡Qué barbaridad! -dice al caído-. ¿Cómo se te ocurrió hablar así del Papa? ¿No sabes que los irlandeses son muy católicos?". "-Sí lo sé -contesta con feble voz el lacerado-. Lo que no sabía es que también el Papa es católico"... Hay voces prohibidas en el lenguaje político de nuestro tiempo. Una de esas palabras es "autoridad". Quien la dice se hace sospechoso de autoritarismo, y no es difícil que alguien lo tache de fascista. Y sin embargo la recta autoridad es necesaria para el funcionamiento de cualquier sociedad humana, desde la familia hasta el Estado. En México el principio de autoridad está siendo minado por la nociva práctica de una culpable lenidad, que es blandura para aplicar la ley y para castigar a quien la viola. Atenco y Xalatlaco son nuevas muestras de esa debilidad por cuya causa van siendo más frecuentes los brotes de violencia colectiva, y proliferan los grupos que por la fuerza quieren imponer su voluntad. Cuidado... Esta última palabra me impresionó tanto que ya no puedo escribir más. Continuaré mañana... FIN.

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