Solicité permiso a la Pía Sociedad de Sociedades Pías a fin de publicar en estas páginas un chascarrillo de título romántico: se llama "Sueños". El nombre, sin embargo, no cuadra con la profusa sicalipsis del relato. Quizá por eso la mencionada agrupación moralizante negó su Nihil Obstat y prohibió la aparición del precitado cuento. Recibí un ocurso memorial escrito en 12 fojas útiles y vuelta, signado por doña Tebaida Tridua, en el cual la ilustre dama me apercibe de las penas señaladas por los estatutos de la Sociedad a quienes difunden "... librorum vel diariorium de rebus tractantes quae scandalum parere possunt...". Libros o periódicos que tratan cosas que pueden provocar escándalo. Los socios le retiran al culpable el saludo durante 15 días, y no lo invitan en ese mismo tiempo a ninguna función social, boda, bautizo, baby shower o cualquiera de las acostumbradas reuniones que congregan a la gente de razón. Como quiera, la narración está ya escrita, y por principio de elemental economía no se debe perder. ¡Ah, lo crematístico pesa más que la moral! Esperen, pues, mis cuatro lectores, la publicación de ese vitando cuento. Aparecerá aquí en el curso de esta misma semana... Los católicos que se van a confesar rezan contritos una bella oración llamada "Yo pecador". Pero aquel sacerdote era argentino. Por lo tanto decía a sus penitentes: "-Reza el Tú pecador"... Un camionero iba manejando su pesado vehículo por un camino rural. Al tomar una curva descendente una mujer que venía en su automóvil en sentido contrario sacó la cabeza por la ventanilla y le gritó: "-¡Marrano!". El camionero, furioso al oírse llamar así, le contestó: "-¡Pendeja!". Pero en ese mismo momento vio a un cochino que estaba enmedio de la carretera, y por sacarle la vuelta se salió del camino y se volteó. Moraleja: cuando te digan algo feo, antes de enojarte fíjate bien por qué te lo dicen... ¿Serán capaces los diputados, esos burócratas de la política, de legislar contra sí mismos? Sólo en un acto de suprema honestidad y patriotismo podrían hacer tal cosa. Los ciudadanos se irritan contra los legisladores que no legislan. Su número es demasiado grande, su representatividad es nula, y así esa cáfila de políticos constituye una carga que grava onerosamente la medrada hacienda de una nación con problemas de pobreza. Nada perdería la República, y ganaría mucho, si se disminuyera el número de diputados, especialmente el de los llamados plurinominales, que ni siquiera son elegidos por los ciudadanos, sino designados conforme a su interés por los partidos. A cambio de ese corte podría establecerse la reelección de los diputados, lo cual traería consigo mayor calidad y representación en ellos. Pero todas las burocracias tienen un fuerte instinto de conservación, y no sólo procuran a toda costa su preservación, sino su aumento. Parece que a los diputados se les dijo: "Creced y multiplicaos", y ellos han cumplido a la letra tal precepto. Será difícil, pues, que se legisle acerca de este asunto. Tendremos que esperar un cambio que sea capaz de cambiar el cambio... Un señor sufría de eyaculación prematura. (En japonés kómo keyá). Su esposa supo que un especialista dictaría una conferencia sobre el tema, e hizo que su marido fuera. Al día siguiente le preguntó: "-¿Fuiste a la conferencia sobre eyaculación prematura?". "-Sí -responde el señor-, pero cuando llegué ya había terminado"... Decía Rosibel, muchacha muy despierta: "-Los hombres son como las nevadas: no sabes cuándo llegarán, cuánto durarán y de cuántas pulgadas serán". (No le entendí)... FIN.