La señora hablaba por teléfono con su hermana, que vivía en otra ciudad. Le pregunta la hermana: "-¿Ya se le quitó a la abuela su costumbre de bajar la escalera deslizándose por el pasamanos?”. "-No hemos podido quitarle esa manía -responde la señora-. Lo único que hemos conseguido es que baje más despacio”. "-¿Cómo le hicieron?” -se interesa la hermana-. Contesta la señora: "-Pusimos alambre de púas en el pasamanos”... Don Astasio llegó a su casa y sorprendió a su esposa, Facilisa, entregada a torpes devaneos fornicarios con un desconocido. "-¡Ah! -prorrumpe don Astasio en ignívomo paroxismo de furor-. ¿Así pagas, infame suripanta, mis cuidados de esposo y la tierna solicitud con que he mirado por tu felicidad?”. Responde Facilisa: "-Perdona, Astasio. Soy una mujer débil”. Exclama don Astasio: "-¿Y a poco eso es reconstituyente!”. (NOTA: Con todo respeto para don Astasio no creo que los reconstituyentes conocidos -Gerovital; píldoras del doctor E. Ross; Acqua Juventus; Emulsión de Scott- habrían servido para apartar a doña Facilisa de sus eróticos deliquios. Yo la conozco, y es proclive a compartir con todo el género humano lo que la esposa debe reservar para la intimidad con su marido. En la colonia le dicen "El vaso de agua”, porque no se lo niega a nadie)... Grave responsabilidad pesa sobre quienes serán los nuevos diputados de oposición. De ellos esperamos diligencia, pero sobre todo honestidad y buena fe. Muchos males caerán sobre México si los legisladores aprovechan su posición para ver sólo por los intereses de su partido. Si les da por adular a la gente, si caen en tentaciones de lucimiento personal, si asumen una actitud de sistemática contradicción, entonces incurrirán en demagogia. Sean, sí, eficaz freno y contrapeso del Poder Ejecutivo, pero no sacrifiquen la razón, ni menos aún la decencia, en aras de una permanente actitud oposicionista. No determinen su conducta en función de su interés particular; determínenla en función de México. Si ponen por encima de todo el bien de la Nación iremos por camino bueno. Saquen las reformas de estructura que el País necesita, y fortalezcan el avance democrático que con tanta dificultad se ha conseguido. Les recomiendo todo esto para que luego no digan que no los aconsejé bien... Sigue ahora un cuento anatematizado por la Pía Sociedad de Sociedades Pías. Las personas de moral estricta harían bien en saltar su lectura hasta donde dice "Fin”... Impericio, joven inocente, casó con Pirulina, avispada muchacha que poseía ya la ciencia de la vida. Nadie tuvo el cuidado de aleccionar a Impericio acerca de los deberes del casado, de modo que en la noche de bodas se echó a dormir igual que hacía en su vida de soltero. Dos noches, y tres y cuatro y cinco pasaron sin que Impericio diera trazas de cumplir con eso que el Código Civil llama "débito conyugal”. La noche del día sexto, cuando Impericio se disponía ya a roncar, Pirulina se acercó a él y empezó a besarlo ardidamente y a acariciarlo con ronroneos de felina en celo. Luego procedió a desatarle el cordoncillo del pantalón de la pijama. Impericio la mira, sorprendido, y le pregunta lleno de extrañeza: "-¿Qué te sucede? ¿Qué haces?”. Responde ella mimosa y acezante: "-¡Quiero tener un bebé!”. Contesta Impericio: "-¿Y a poco ahí está la cigüeña?”... FIN.