El autor de estos renglones gusta de oír el canto del búho de Minerva, mas no desdeña, no, la armoniosa voz de Filomela... ¡Qué principio tan cursi, tan almibarado. (El ingenio del Mante de su boca fluía). Al leerlo sentí un empalagamiento general, como si me hubiera comido todas las mieles del Himeto. Voy a escribir otro comienzo... Dentro del escenario actual la derivación axial y/o lineal de los parámetros constitutivos habrá de llevarnos -en un futuro a posteriori- por la dudosa vía de una conjunción adversa que ni siquiera inversamente podrá desinenciarse en una lectura apriorística, y eso no se vale... Tampoco. Esa tirada sonó como informe de asesor macroeconómico mezclado con queja de diputado. Buscaré otra frase inicial... Fui a Comala porque me dijeron que ahí vivía mi padre, un tal Pedro Páramo... Tampoco me gusta ese comienzo. No promete... Veamos este otro: "A aquella muchacha la llamaban ‘El Saludo’. A nadie se lo negaba”... ¡Vaya, no puedo dar con un buen principio para mi columenja! Mirando esos tentaleos de borracho van a pensar mis cuatro lectores que ando empedecido. (EMPEDECIDO: Participio pasivo de empedecer. EMPEDECER: Empecer. EMPECER: Impedir)... Quizá esto sirva: "Para obtener los favores de una mujer un sujeto le hizo una promesa: ‘-Accede a mis demandas amorosas y te daré más dinero del que necesitarás por el resto de tu vida’. Ella aceptó la oferta. El tipo la gozó; luego le dio un peso y la estranguló”... No. Muy macabro. Sería igual si empezara hablando de la señora que con angustia le reclamó a su esposo: "-¡Maldicio! ¿Por qué enterraste viva a mi mamá?”. "-Pero, mujer, -se justifica el tal Maldicio-. Tú misma me dijiste que era un tesoro”... Los principios deben ser agradables y ligeros. ¿Servirá éste?... "El transeúnte vio a un señor tendido de espaldas en el pavimento de la calle, con los brazos abiertos. "-¡Le pasa algo? -pregunta con apuro-. ¿Puedo ayudarlo?”. "-No me sucede nada -responde el señor-. Hallé este lugar para estacionamiento y mandé a mi esposa a comprar un coche”... Increíble. Tan increíble como la historia del sujeto que se llamaba Cinco Tres Octavos González. Explicaba: "-Mis padres no sabían qué nombre ponerme. Escribió mi papá varios nombres en unos papelitos y los puso en un sombrero para que mi mamá sacara uno, al azar. Ella sacó la etiqueta del sombrero”. Inverosímil también. Hay que buscar otro comienzo. Por ejemplo, el cuento del sujeto que insultaba a otro: "Eres un indejo –le decía-. Ni siquiera has de saber fornicar bien”. "-¡Ah! -exclama el otro-. ¡Ya te vino con el chisme tu mujer!”... No, un buen principio debe ser más serio. ¿Por qué a los mexicanos nos da por querer tener mártires a toda costa? Todos los santos mexicanos –cerca de 30 son, si no hago mal la cuenta- son mártires, con excepción de San Juan Diego. Las derechas quieren tener su mártir en la persona del cardenal Posadas, y las izquierdas en la de Digna Ochoa. (El centro no aspira a tener uno, pues tiene su dificultad eso de ser mártir de centro. Nada más los extremismos dan mártires. La verdad es que los martirios no ayudan a la unidad, antes bien contribuyen a romperla. Apóstoles necesitamos, sí, pero no mártires... Tampoco sirve un comienzo así para esta columneja. Eso, aunque sea verdad, sonó solemne. Mejor no escribo hoy mi seccioncilla: hay décadas en que no se le ocurre a uno nada... FIN.