El bebito se hizo un rasguño en la mejilla, y le pidió a su mamá un beso en el cachetito. Días después el bebé se mordió un labio, y le pidió a su mamá que le diera un beso en la boquita. Días después el bebito se lastimó cierta partecita. Le dice la mamá: "-Ay, hijito. ¡Cada día te pareces más a tu papá!"... (No le entendí)... Una señora casada estaba haciendo el amor con el mejor amigo de su esposo. En el arrebato de la igniscente pasión le pide él, acezante: "-¡Bésame, Bovarina! ¡Bésame!". "-¡Que te bese! -protesta ella indignada-. ¡Estás loco! ¡Ni siquiera debería estar haciendo esto otro!"... Una monjita iba manejando por la carretera a 120 kilómetros por hora. Un patrullero hizo que se detuviera. "-Madre -le dice-. Va usted hecha". (NOTA: El culterano agente usó una especie de zeugma, figura de construcción que consiste en suprimir un elemento de la oración, el cual ha de sobrentenderse. De haber respetado dicho agente los elementos de la estructura oracional habría dicho: "Madre: va usted hecha madre". Es decir con extremada rapidez). Replica la monjita: "-Señor: voy a 150 kilómetros por hora. Es lo que dicen los anuncios de la carretera". "-Perdone Vuestra Reverencia -contesta el oficial, versado también al parecer en el uso de los tratamientos eclesiásticos-. Esas señales no indican los límites de velocidad; corresponden al número de la carretera". "-¡San Cristóbal! -exclama la monjita invocando al patrón de los viajeros-. ¡Hace poco venía por la 210!"... (NOTA 2: Hace unos años San Cristóbal fue excluido del santoral a causa de un absurdo criterio historicista en la Iglesia. Digo.)... Pepito y Juanilito estaban en el jardín, gozando las lentas horas del verano. Por la acera de enfrente pasó la vecinita, una linda niña de tez morena clara, ensortijada cabellera bruna y enormes ojos verdes. "-¿Sabes qué? -le informa Pepito a Juanilito-. Cuando deje de odiar a las niñas, seguramente ésa será la primera a la que dejaré de odiar"... Le preguntan a Vehemencio, apasionado joven: "-¿Cómo te fue en tu luna de miel?". "-Bien -contesta-. Pero la noche de bodas mi novia tardó demasiado en salir del baño. Tuve que comenzar sin ella"... Corneliano casi no trabajaba, y por tanto no aportaba mucho a los gastos de la casa. Vivía, sin embargo, rodeado de comodidades; no le faltaba nada. Tampoco se le ocurría preguntar a su mujer de dónde salía lo necesario para ese tren de vida. Un día le cuenta: "-Fui al circo, vieja, y vi a una mujer que sostiene en el trapecio a su marido con los dientes". Dice la señora en voz baja y entre dientes: "-¡Caón, yo te sostengo a ti con aquellito, y ni presumo!"... Recuerdo la época en que los panistas acusaban a los del PRI de ser todólogos, milusos de la nómina que igual servían para un barrido que para un fregado. Y tenían razón en esa crítica: un señor que había estado en Hacienda aparecía de pronto en la Secretaría de Salubridad; alguien de Minas y Energía pasaba a ser subdirector de Danza en Bellas Artes. Ciertamente eran aquellos priistas como Pico de la Mirandola, que sabían "de omnibus rebus et quibusdam aliis", de todas las cosas, y de algunas más. Ahora, sin embargo, los panistas incurren en las mismas tachas que ayer apenas censuraban. (Eso de ser censor es malo: se aprenden muchas mañas). Vemos que renuncia la secretaria de Turismo, quizá desazonada por la falta de sazón de la administración foxista, y entra al cargo Rodolfo Elizondo, vocero él, que entiendo ha sido turista alguna vez. Lo dicho: el cambio se mira sospechosamente igual a lo cambiado... FIN.