Murió un comerciante. Llegó al Cielo y pidió ser admitido en la mansión de la felicidad eterna. San Pedro, el portero celestial, revisa su expediente y le dice: "-Lo siento mucho, amigo. Estoy leyendo aquí que en vida dejaste de pagar impuestos por 50 mil pesos. Si quieres entrar en la morada de los justos tendrás que pasar 50 años en el Purgatorio. Tu castigo será vivir con una mujer fea". Pocos meses después otro comerciante, amigo del anterior, murió también. San Pedro revisa sus libros y le dice: "-No puedo admitirte. Dejaste de pagar impuestos por 100 mil pesos. Deberás pasar 100 años en el Purgatorio en compañía de una mujer horrible". Cierto día los dos comerciantes estaban quejándose de su suerte y de lo duro que era vivir junto a aquellas espantosas anfisbenas. En eso vieron pasar a otro comerciante, conocido de ambos, que llevaba del brazo a la mujer más guapa que es dable imaginar, de rostro perfecto y esculturales formas. Fueron tras el tipo, y llamándolo aparte le preguntaron qué había hecho para merecer una hembra de tal belleza. "-No hice nada -responde el otro comerciante-; simplemente me la asignaron. Y no me quejo. Lo único que no me gusta de ella es que cada vez que terminamos de hacer el amor me da la espalda y dice entre dientes: ‘¡Malditos impuestos!’..."... Decía Ernesto "El Chaparro" Tijerina, inolvidable amigo: "El dinero no compra la felicidad". Y añadía con tono filosófico: "Sobre todo si es poco". En efecto, podremos hablar mal del dinero, sobre todo si no lo tenemos, pero no cabe duda de que es algo importante. Es bien sabido que los problemas en el matrimonio no empiezan en la cama -de hecho ahí terminan muchos- sino en el bolsillo. La verdad es que no importa que seas pobre, con tal que tengas dinero. El otro día estaba yo leyendo una biografía de Margaret Thatcher, esa gran mujer, y encontré una frase que me puso a pensar. Dice: "Nadie recordaría hoy al Buen Samaritano si únicamente hubiese tenido buen corazón y buenas intenciones. Pero también tenía dinero". De Dios se habla mucho, pero hay que reconocer que de dinero se habla más. A lo mejor los hombres del dinero no hablan de Dios, pero siempre los hombres de Dios hablan de dinero. Claro que el dinero no es todo (y menos después de impuestos). Bien empleado, sin embargo, rinde mucho. Entre los mejores consejos que jamás oí figura éste: "Cuida los centavos como si fueran pesos, para que mañana puedas gastar los pesos como si fueran centavos"... Digo todo eso a propósito de Bush, el estólido Presidente norteamericano. Sin ánimo de profetizar considero que su reelección será difícil. Posiblemente no pesen en el ánimo de los electores los tremendos crímenes de guerra del texano, eso de matar a los hijos y nieto de un enemigo y jactarse de esas muertes como de un gran triunfo militar. Tan poseídos están los norteamericanos por el temor al terrorismo y la psicosis bélica que a lo mejor no advierten las maldades implícitas en la guerra contra Iraq, aun tomando en cuenta las perversiones de Hussein y de su régimen tiránico. Pero sucede que Bush les pegó a sus conciudadanos en la cartera, y eso no se lo van a perdonar. El superávit que Clinton acumuló entre travesura y travesura lo aniquiló él con sus torpezas y sus desatinos. Y como allá todo es cuestión de economía -igual que acá y que acullá- será casi imposible que consiga su reelección. Claro, allá todo puede pasar. Igual que acá y que acullá... Babalucas le pidió al señor de la tlapalería algo para combatir a los ratones. "-Estos polvos son muy buenos -le recomienda el hombre-. Póngaselos en el agujero". Pregunta Babalucas, dudoso: "-Y si me los pongo ¿en qué forma impactará eso a los ratones?"... FIN.
