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De Política y Cosas Peores

Por Armando Camorra

Uno de los mayores problemas que afronta este país es el de la vivienda popular. Las llamadas “casas de interés social” podrán ser muy interesantes, pero algunas son poco sociales. Tan pequeñas las construyen a veces que para que entre el sol debe salirse uno. La primera vez que me abrieron la puerta de una de ellas dije con agrado: “- ¡Qué bien! ¡Tiene hasta un pequeño elevador!”. Pero no era elevador: era la sala comedor. Con todo, qué bueno sería que pudieran construirse cada día más y más de esas casas, para ayudar a resolver así el tremendo déficit de viviendas que hay en México y evitar de ese modo que millones y millones de mexicanos vivan en habitáculos indignos, en condiciones verdaderamente inhumanas. El Estado debe no sólo intensificar su acción en el campo de la vivienda, sino propiciar en todas las maneras posibles mejores bases para que los particulares puedan construir, pues si no el aumento constante de la población hará que cada día se agrave más este problema, ya de por sí mayúsculo... ¡Hurra, columnista! Tus declaraciones en torno al problema de la vivienda son muy trascendentes, y las tomamos muy en cuenta. Te prometemos no olvidarnos de ellas sino hasta que pasen 17 segundos. Es menester, sin embargo, que aligeres el contenido de tu inane columneja narrando uno de esos chascarrillos que le han dado injusta fama a tu sección. Por ejemplo, el de la muchacha que en el aeropuerto se despidió con estrechísimos abrazos y apasionados besos del apuesto joven. Cuando el avión levanta el vuelo, la muchacha rompe a llorar desconsoladamente. Una bondadosa dama se le acerca y le dice: “-¿Llora usted porque ha dejado a su marido?”. “-No, -responde la muchacha sin dejar de llorar-. Lloro porque ahora tengo que regresar a mi casa con él”... Don Algón necesitaba una nueva secretaria, y entrevistó a una de la cual le habían hablado muy bien. “-Dígame, señorita Rosibel -le pregunta-. Si le ofrezco cinco mil pesos a la semana, ¿me dirá que sí?”. Contesta de inmediato Rosibel: “-Don Algón: por ese sueldo le diré que sí varias veces a la semana”... Filipéndula era una chica muy ligera, y además extremadamente flaca. Cierto día se tragó entera una aceituna, y cinco muchachos huyeron del pueblo... Dos amigos se encontraron después de mucho tiempo de no verse. Fueron a tomarse una copa y entraron en el terreno de las confidencias. “-Mi vida matrimonial ha estado llena de problemas -cuenta uno-. No me he divorciado por un pelito”. “-En cambio -dice el otro-, yo me acabo de divorciar por un pelito. Era rubio, y mi señora me lo encontró en la solapa del saco”... Se juntó un grupo de matrimonios ya de cierta edad. Los maridos empezaron a hablar de sus respectivas experiencias. “-No cabe duda -concluye uno a manera de colofón-. Hemos tenido altas y bajas”. Una de las señoras les comenta en voz baja a las demás: “-A estas alturas ya tienen más bien puras bajas”... Nalguiria Mastosia, artista del cine pornográfico, se negó a filmar la película que le ofrecían. “-¿Por qué? -le pregunta el productor-. ¿No te gusta tu parte?”. “-Sí me gusta -responde Nalguiria-. Lo que no me gusta es la parte del actor’”... FIN.

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