"-Inepcio –le dice la señora a su marido-. Nuestro hijo ya es todo un hombre. Creo que deberías tener una plática con él acerca del sexo y esas cosas". "-Mira, Capronia -responde Inepcio-. Por lo que he podido observar él ya sabe todo lo que hay que saber sobre ese tema". "-Precisamente -insiste la mujer- Para eso quiero que platiques con él, para ver si te enseña algo"... Conforme pase el tiempo se hará más intenso el debate en torno de las candidaturas independientes, es decir, de la posibilidad de que un ciudadano se presente como candidato a un puesto de elección popular sin tener que ser postulado por un partido político. En la base de esta cuestión está el tema de la libertad: se debe considerar si la actual legislación electoral no atenta contra la libertad de las personas cuando les exige la carta de un partido como requisito indispensable para contender en los procesos electorales. Eso hace que los partidos detenten un monopolio de la actividad política muy discutible a la luz de la razón. Los ciudadanos, por su parte, sufren merma en el ámbito de sus garantías individuales. Podrán esgrimirse muchos argumentos, pero la prohibición de las candidaturas independientes no sólo es un agravio a la libertad del individuo, fundamento de toda sana sociedad: también empobrece la vida política de la República. Yo por eso no soy vida política de la República, porque luego me empobrezco... Un señor muy chaparrito trataba de meterse todos los días en el cuartel. De ahí lo botaban siempre con cajas destempladas. Un amigo le preguntaba por qué hacía eso, por qué intentaba siempre meterse en el cuartel por más que lo echaban cada día. Y respondía el chaparrín: " -No sabes lo bien que me siento cuando me dicen: ¡Alto!"... La señora llegó a la farmacia y pidió un frasco de píldoras anticonceptivas. "-Perdone -le pregunta el farmacéutico-. ¿No es usted la esposa del coronel Pitorreal?". "-A sus órdenes" -responde ella-. "-Hace mucho tiempo que no veo al coronel -dice el de la farmacia-, ¿Todavía está en activo?" Responde la señora: "-Si no estuviera en activo, ¿necesitaría yo las píldoras?"... "-¡Ay, padrecito! -dice muy compungida la rancherita al confesor-. Mi acuso de qui cuando voy a l’agua me persigue Libidiano". "-No te inquietes, Silvestra -la tranquiliza el sacerdote-. El hecho de que ese muchacho te persiga no es pecado por parte tuya". "-¡Pero es qui siempre mi alcanza, siñor cura!" -confiesa la rancherita.... Los recién casados fueron a vivir a la casa de los papás del muchacho. Se les asignó una recámara en el segundo piso inmediatamente arriba de la alcoba que ocupaban los papás. La primera noche la señora de la casa escuchó ciertos ruidos provenientes de la habitación de los muchachos. "-¿Oyes, viejo? –le dice con sugestiva voz a su marido-. Hagamos nosotros lo mismo". Poco después se vuelven a escuchar los ruidos. "-¿Oyes? -dice otra vez la señora. Hagámoslo de nuevo". Y al poco rato los mismos provocadores sonidos se vuelven a escuchar. "-¿Oyes, viejito? -repite la señora-. ¿Por qué no lo hacemos también nosotros otra vez?". Cuando los ruidos se escuchan nuevamente el señor se levanta de la cama, toma una escoba, y golpeando el techo con el mango grita con angustiada voz: "-¡Vete más despacio, hijo!¡Estás matando a tu padre!"...FIN.