¿Qué es lo malo de los políticos? En esta columneja lo diré. Antes, empero, voy a narrar un cuentecito... Chicholia Granderriére, muchacha que sacaba el pan de donde no debía sacarlo, fue con el doctor. Sentía una rara molestia en la garganta. Después de breve examen le dice el facultativo: "-Su problema es el cigarro”. "-No lo creo -opone ella-. Sólo me fumo media cajetilla diaria”. "-Comoquiera es mucho -insiste el galeno-. Permítame darle un consejo. ¿Ha oído usted la frase que dice: ‘Las tres mejores cosas de la vida son una copita antes y un cigarrito después’? Bien: fúmese solamente un cigarrito cada vez que haga el amor”. “-¡Pero, doctor! -se alarma Chicholia-. ¡Entonces me fumaría una cajetilla diaria!”. (NOTA: Cada cajetilla trae entre 18 y 24 cigarrillos, según la marca. Saquen ustedes la cuenta)... ¿Qué es lo malo de los políticos? Lo malo de los políticos es que hacen política. ¿Por qué? Lo diré enseguida. Antes, sin embargo, relataré otro chascarrillo... El padre Arsilio sufría episodios de angustia y depresión. Acudió con un siquiatra y éste, luego de oírlo, le indicó: "-Necesita usted cambiar temporalmente su estilo de vida. Debe colgar los hábitos, digámoslo así, por una o dos semanas. Vaya a Cancún de incógnito y dele vuelo a la hilacha, si me permite la expresión. Tómese sus copitas; salga a bailar; conozca chicas. Verá que en unos días desaparecen los síntomas que lo perturban”. Pensando que el bien del cuerpo ayuda a la salud del alma el padre Arsilio siguió al pie de la letra la receta. Viajó a Cancún, se compró ropa de playa y empezó a darse la buena vida de un soltero. En una de esas noches fue a la disco, y en la penumbra cómplice trabó amistad con una dama de su edad, simpática ella, jacarandosa y atractiva. Bailaron las danzas de moda, bebieron unas copas y se hicieron de confianza. Acordaron ir juntos al hotel a ver qué más podían hacer. En la puerta de la disco los iluminó la luz de la vía pública. "-¡Padre Arsilio! -prorrumpe la dama con sorpresa. "-¡Sor Bette!” -exclama todo azarado el señor cura al reconocer a la superiora del convento. Después de una pausa causada por la recíproca estupefacción dice la monjita ya más tranquila: "-Por lo visto, padre, fuimos con el mismo siquiatra”... Lo malo de los políticos es que hacen política. Explicaré mi dicho a fin de no dejar en suspenso a la República. Del mismo modo que el artista busca la belleza y el hombre de religión –el verdadero- busca la santidad, así el político busca el poder. Tal es su vocación. Sin embargo no todo en la política es política. Consideremos, por ejemplo, el caso de la posible reducción del IVA, de la cual se habla ya por los futuros diputados como uno de los temas centrales de su discusión. Ese asunto, que pertenece al delicado ámbito de la política tributaria, no puede manejarse únicamente con el puro criterio de la política-política. Si los opositores del Gobierno abordan la cuestión con mero ánimo partidista o demagógico, mirando a la próxima elección para ganar clientela y adular sin más al pueblo, correremos el riesgo de que se tome una decisión que perjudicará en vez de traer consigo beneficio. No se me escapa, no, la circunstancia de que en tiempos pasados la mayoría priista aprobó la elevación de tal impuesto en forma atrabiliaria, sin razonar su voto ni dar explicación al pueblo de su proceder, sino antes bien haciéndole la roqueseñal. Independientemente de la forma, sin embargo, se debe examinar la materia a fin de ver si el hecho de introducir cambios en ese gravamen no acarreará males mayores que aquellos que supuestamente se trata de remediar ahora. Y ya no digo más. Con lo dicho, creo, he justificado por este día mi presencia en el Universo. Gracias... FIN.