El niñito le dice a su mamá: “-Mami: ahí está el señor de la renta. ¿Tienes dinero para pagarle o me voy al parque a jugar un rato?”... Babalucas y su esposa Boborronga iban por la calle, y encontraron un pequeño espejo tirado en la acera. Lo levanta Boborronga, lo mira y dice: “-La cara me resulta conocida, pero no recuerdo quién es”. Toma el espejo Babalucas, lo ve y dice luego a su mujer: “-¡Si serás tonta! ¡Soy yo!”... Un individuo le dice a su señora: "-El matrimonio te ha echado a perder. ¿Por qué no te ves tan radiante como el día que nos casamos?”. "-No sé -responde ella con sequedad-. Será porque ahora no estoy embarazada”... Antes de emprender la retirada, pues llegaba ya el poderoso ejército enemigo, el general Ulero ordenó que el espía de los contrarios, su prisionero, fuera pasado por las armas. Le concede: "-Pide un último deseo”. "-Gracias -dice el espía-. Quiero cantar una canción que me recuerda los días de mi niñez. Pero pido que nadie me interrumpa hasta terminar la canción”. El general se vuelve hacia uno de sus oficiales. "-¿Cuánto tiempo tardará en llegar el enemigo?”. "-Aproximadamente tres horas” -responde el mílite. "-Muy bien -comenta el general-. No hay canción que dure tanto”. Se dirige al condenado a muerte y le dice: "-Puedes cantar tu canción. Te doy mi palabra de honor de que no te interrumpiremos”. Y empieza a cantar el espía: "-Un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña; como veía que resistía fue a llamar a otro elefante... Dos elefantes se balancea-ban...”... Un selenita, habitante de la luna, toma por la cintura a la selenita, su novia, y le dice con expresión romántica: "-Mira, mi vida: hay Tierra llena”... Le cuenta un sultán de Oriente a otro: "-Anoche no podía conciliar el sueño. Hasta las cuatro me quedé dormido”. "-¿De veras? -se extraña el otro sultán-. Qué raro; yo con dos tengo” (No le entendí)... Le dice un viajero a su amigo: "-Nueva York se ha vuelto una ciudad realmente violenta. Fui a una disco, y al entrar me revisaron para ver si no traía yo alguna arma. Como no traía me prestaron una”... Le pregunta la señora al conductor del tren: "-Dígame: este tren ¿para en Acapulco?”. "-Espero que pare, señora -responde el conductor-. Si no para caeremos en el mar”... Simpliciano, joven ardoroso, intentaba en vano obtener de su novia Rosibel una prueba de amor. "-Hasta que nos casemos” -le decía ella. Insistía Simpliciano con urticante anhelo, y una y otra vez le pedía a la muchacha la entrega de su impoluta gala de acrisolada doncellez. "-Hasta que nos casemos” -repetía Rosibel. Al ver la fortaleza con que su novia defendía la inexpugnable fortaleza de su virginidad dejó Simpliciano de renovar sus solicitaciones. Llegó por fin el día de la boda. A solas ya los desposados en el aposento donde se entregarían a los nupciales deliquios de himeneo dice muy satisfecho Simpliciano: "-Me alegro de que me hayas hecho esperar. Los hombres somos tan veleidosos, nos mueve tanto el capricho y la pasión, que quizá si te hubieras entregado a mí hubiera desistido de casarme contigo”. “-Ya lo sabía -contesta Rosibel-. Eso me sucedió con mis 14 novios anteriores”... FIN.