La pasión futbolera no reconoce límites. En un llano de Monterrey aquel niño jugaba solito con su balón de soccer. Llegó de pronto un tremebundo perro doberman que fue en derechura del balón. De seguro lo iba a morder y a reventar. Al ver eso el niño toma un garrote que estaba ahí tirado y golpea con él al feroz can hasta dejarlo muerto. Iba pasando el editor de la sección deportiva de un periódico local. Cámara en ristre va hacia el pequeño y le dice con admiración: "-¡Te felicito, niño! Compra mañana mi periódico. Ahí leerás esta noticia: ‘Valiente niño Tigre mata a salvaje perro’". Dice el niño: "-Pero yo no soy Tigre". "-Ah, vaya -corrige el reportero-. Entonces la noticia dirá: ‘Valiente niño Rayado mata a salvaje perro’". "-Tampoco soy Rayado" -dice el pequeño. El periodista regiomontano frunce el ceño y pregunta con hostilidad: "-Entonces ¿qué eres, niño?". Contesta el chamaquito: "-Yo le voy al América". Al día siguiente apareció en el periódico esta nota: "Salvaje niño americanista mata a valiente perro".... Babalucas fue a cazar palomas de ala blanca. El dueño del rancho cinegético le proporcionó un perro de caza. A la caída de la tarde Babalucas regresó al campamento. No traía una sola paloma. "-¿Qué le sucedió?" -pregunta el del rancho. "-No sé -contesta Babalucas-. Quizá fue que no aventaba al perro lo suficientemente alto"... Un señor de edad más que madura fue a un consultorio médico. Sentía, dijo, un raro cosquilleo en la región de la entrepierna. Después de examinarlo le pregunta el doctor: "-¿Tiene usted todavía actividad sexual?". "-Casi ya no, doctor -contesta el veterano con rara sinceridad-. La última vez que estuve con una mujer fue hace medio año". "-Eso explica el cosquilleo en la entrepierna -dictamina el médico-. Ya está usted llegando al clímax"... En el bar le dice un tipo a la guapa chica que bebía su copa, solitaria. "-Soy mago. Te apuesto 20 pesos a que puedo tocarte las bubis sin tocarte la ropa". La muchacha, intrigada, acepta la apuesta. Entonces el tipo lleva las manos al opulento busto de la chica y lo soba y resoba a su placer. "-Pero tocaste mi ropa" -le dice la muchacha. "-Es cierto -reconoce el tipo-. Ten los 20 pesos"... Le cuenta don Martiriano a su mujer: "-Anoche dormí muy bien". Doña Jodoncia responde con acre gesto: "-Eso dices tú. Algún error habrás cometido"... Yo creo que los informes presidenciales deberían desaparecer. Son una ceremonia vacía de sentido que no tiene ya razón de ser en esta nueva etapa de la vida política de México. Ese anticuado rito da indebida preeminencia a la figura del Ejecutivo sobre los otros dos poderes de la Unión, y al mismo tiempo -curiosa paradoja- expone al Presidente al escarnio y ludibrio de su levantisca audiencia. Cúmplase, sí, el precepto constitucional que en forma escueta impone al Presidente de la República la obligación de asistir a la apertura de sesiones ordinarias del primer periodo del Congreso y presentar un informe por escrito en el que manifieste el estado general que guarda la administración pública del país. Evítese, sin embargo, el dispendio de recursos que implica la celebración de un acto que a nadie interesa y que bien podría suplirse, en beneficio de los escasos interesados, con el empleo de los medios modernos de información. Superado el ritualismo del antiguo régimen necesitamos ahora formas políticas más sobrias, más austeras, en fin, más democráticas. Despojar al informe del Presidente de su carácter ceremonial y litúrgico, modernizaría la vida política nacional, daría a ese acto más dignidad y -sobre todo- le quitaría aburrimiento... FIN.
