Hay frases felices, felicísimas. Brillan no sólo porque son brillantes, sino también porque dan luz. Una de esas frases la escribió ayer Jesús Silva Herzog-Márquez. Dijo en "Reforma" que el Informe presidencial es "una misa de ateos". Razonó: "... Todos los que participarán hoy en el protocolo septembrino están convencidos de que la función no tiene sentido... Todos participan en un espectáculo del que descreen...". "Misa de ateos"... ¡Qué frase! Me gustaría haberla dicho yo. Una vez Whistler, pintor norteamericano (el autor del famoso cuadro "La madre del artista", obra a la cual se debe la expresión: "Más desconocido que el padre de Whistler"), dijo una frase rutilante, llena de ingenio y gracia en la expresión. Oscar Wilde exclamó con entusiasmo: "-¡Qué buena frase, James! ¡Me gustaría haberla dicho yo!". Le contestó el pintor: "-Ya la dirás Oscar, ya la dirás". Y es que Wilde tenía fama de hacer suyas las frases ajenas. Pues bien: a todos nos gustaría haber dicho aquella frase de Silva Herzog-Márquez, que con cuatro palabras deja nuda -quiero decir en cueros, despojada de falsos atavíos- una ceremonia que es pura forma, ritual carente de sentido. Mañana comentaré el Informe... Roger Patrón Luján acaba de publicar un bello libro que se llama "Destellos de mi País". En él recoge textos de autores numerosos en los cuales se hace el encomio de esa entrañable maravilla que se llama México. Me asombré al ver entre sus páginas dos escritos míos. Apena eso de verte al lado de gente como los dos Alfonsos de Monterrey -Reyes y Junco-, el Vate López Méndez, a quien tanto quiero por sus canciones que nacen porque sí, y de Vasconcelos y Ramón López Velarde, y de Torres Bodet y Pellicer. Le doy gracias a Roger por haber pensado que algo que escribí era merecedor de estar en tan opulenta compañía, y le agradezco también ese precioso libro, declaración de amor a México... Un elegante caballero sale de un bar. Iba en estado claramente etílico. Se le acerca un astroso vagabundo, también en condición evidente de enofilia, y le dice con voz de ebrio: "-Señor, deme algo para comprar comida". El rico hombre saca de la cartera un billete de 100 pesos y se lo da. El borrachín queda atónito al ver la munificencia del obsequio. Tartajeando su agradecimiento se retira. No había caminado mucho cuando advirtió que el elegante caballero iba tras él. "-¿Por qué me sigue?" -le pregunta. Responde el señor, también con voz de temulento: "-Quiero asegurarme de que no vas a malgastar ese dinero en comida"... La guapa edecán (esa palabra no tiene todavía el femenino, "edecana". Ya lo tendrá) le dice a un asistente a la convención: "-No le ofrezco una copa porque entiendo que es usted presidente de la Liga Antialcohólica". "-No, señorita -aclara el visitante-. Soy presidente de la Liga Antiprostitución". Y dice la muchacha: "-Ya recordaba yo que no debía ofrecerle algo"... Una señora se quejaba con sus amigas. "-Me preocupa mi esposo. No sabe jugar poker". "-¿Y eso te inquieta? -se asombran las amigas-. Más bien deberías alegrarte. Es una ventaja que tu marido no sepa jugar poker". "-¡Pero juega!" -exclama hecha una furia la señora... Babalucas y su esposa Boborronga, tan limitada de caletre como él, fueron con un doctor. "-No tenemos familia -le dicen-, y nuestros amigos opinan que eso se debe a que los dos somos muy tontos". Replica el facultativo: "-Esto no tiene nada que ver con el cociente intelectual; se relaciona con el sexo. ¿Cada cuándo lo hacen ustedes?". Responden ambos al unísono: "-¿Hacemos qué?"... FIN.