Resulta que ahora el principal headhunter, o cazador de cabezas, es Vicente Fox. Dos hizo rodar para recomponer su gabinete descomponiéndolo aún más. ¡Qué desafortunados fueron los movimientos que hizo! Ni la forma ni el fondo respetó en esos cambios. Se atropelló la dignidad de quienes fueron removidos, especialmente en el caso de Víctor Lichtinger, tan apreciado en la comunidad ecológica internacional, quien se enteró de su remoción por las noticias de la radio. Eso en lo que atañe a la forma. En lo que se refiere al fondo no se tomaron en cuenta criterios de capacidad o de experiencia. Con olvido notorio de sus promesas de renovación Fox incurre en los mismos vicios que criticaba acerbamente a los priistas, y hace designaciones que sólo se explican a la luz de las más burdas prácticas del partidismo o el compadrazgo. Eso de sacar a Felipe Calderón de Banobras, a donde recién había llegado, para llevarlo a la Secretaría de Energía, es un manipuleo que atenta lo mismo contra la razón que contra el bien, para no hablar del prestigio personal del panista, que sufre mucho con estos saltos de volatinero. Igual ha de decirse del jalisciense Alberto Cárdenas y de José Luis Luege, tan ajenos a la ecología como a la semiótica. Con estos cambios, y los demás que hizo, Fox da la impresión de que está pagando parias -es decir, tributo de sumisión- al PAN, le da un tinte partidista a su Gobierno y acentúa una tendencia marcadamente derechista que habrá de ser mal vista por la oposición. Los jefes de primera nombran colaboradores de primera. Los jefes de segunda designan colaboradores de tercera. Son de cuarta quienes sin experiencia alguna ni conocimiento de la materia que administrarán aceptan cargos cuyo origen se finca sólo en la politiquería. Y más no digo, porque estoy muy encaboronado... Debo ahora conmocionar a la nación a efecto de sacarla del surmenage que de seguro le causaron esas designaciones. Narraré un chascarrillo de subido color que la haga reaccionar... Un patrullero hacía su ronda nocturna cuando vio a un individuo que lloraba desconsola-damente con la cabeza recargada en un poste. Detuvo su vehículo el policía y fue a ver qué le pasaba al hombre. El llorón se veía en evidente estado de ebriedad. Hipaba gemebundo, al tiempo que sostenía unas llaves de automóvil. Cuando ve al patrullero gime con desesperación: "-¡Ayúdeme por favor, oficial! ¡Me robaron mi coche! ¡Lo tenía pegado al extremo de estas llaves, y ha desaparecido! ¿Cómo puede ser que me hayan robado mi coche, si lo tenía pegado al extremo de estas llaves!". "-Bien, bien, conténgase -le dice el patrullero-. Vamos a investigar los hechos". En eso el oficial advierte que el temulento llevaba de fuera cierta parte de su anatomía que no debía mostrar. "-Señor -le dice señalándole la entrepierna-. Vuelva esa cosa a su lugar". El borrachín se ve allá abajo y luego exclama con desesperación: "-¡Cielo santo! ¡También me robaron a mi novia!"... El curita recién llegado a la parroquia recibía el informe de la señora encargada de la casa parroquial. Le dice el ama de llaves: "-Su estufa ya no sirve, padre; su lavadora está en muy mal estado, y su televisor necesita una reparación". "-Por Dios, hija -dice el joven presbítero-. Tú tienes ya cinco años en la casa, yo acabo de llegar. Deberías decir ‘nuestra estufa’, ‘nuestra lavadora’, ‘nuestro televisor’". La señora, obediente, prometió acatar la sugerencia. Días después el padrecito recibió al señor Obispo y a los señores y damas de la junta parroquial. Estaba hablando con ellos cuando llega el ama de llaves y le dice muy asustada: "-¡Padre, hay un ratón abajo de nuestra cama!"... FIN.
