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De Política y Cosas Peores

Por Armando Camorra

Babalucas estaba de vacaciones en Miami. Se aburría en el lobby del hotel cuando alcanzó a oír a una bella chica que pedía habitación. El recepcionista le dijo que no tenía ninguna. El hotel estaba lleno; debió haber hecho una reservación. La chica se echó a llorar. Había buscado ya en todos los hoteles, dijo. ¿En dónde pasaría la noche? El hombre le dijo que lo sentía mucho, pero que nada podía hacer por ella. Se retiraba ya la chica, acongojada, y Babalucas la alcanzó. "-Señorita -le dijo-. No la conozco, ni usted me conoce a mí, pero en mi habitación hay un sofá. Con mucho gusto se lo ofrezco para que pueda usted dormir". Responde la muchacha: "-Señor: no lo conozco, ni usted me conoce a mí, pero con gusto acepto su generosa oferta". Llegada la noche ella se acostó en el sofá y Babalucas en la cama. Poco después la chica le dice a Babalucas: "-Señor: ni usted me conoce a mí ni yo a usted. ¿Por qué no me deja que me acueste aquí? Dormiré sobre las sábanas a fin de que nuestros cuerpos no se rocen". Babalucas acepta, y ella se acomodó en la cama. Poco después la muchacha vuelve a hablar: "-Señor: ni usted me conoce a mí ni yo a usted. ¿Tiene algún inconveniente en que me meta abajo de las sábanas? Siento un poco de frío". Babalucas acepta otra vez, y ella se tapa. Sólo que ahora sí sus cuerpos se rozaron. Y dice la muchacha: "-Señor: ni usted me conoce a mí ni yo a usted. Lo más seguro es que no nos volvamos a ver. ¿Por qué no tenemos una fiesta?". Contesta Babalucas: "-Ni usted me conoce a mí ni yo a usted. ¿A quién podemos invitar a nuestra fiesta?"... Tratándose del campo la burocracia no hace nada, pero lo hace con 15 copias. En ese mar sin orillas que es el burocratismo han naufragado todos los programas tendientes a mejorar la producción agrícola y pecuaria. Por eso estuvieron muy en su lugar las palabras del doctor Enrique Salinas Aguilera, secretario de Fomento Agropecuario de Coahuila, quien al hablar en nombre de sus homólogos ante el secretario del ramo, Javier Usabiaga, hizo énfasis en la necesidad de que los recursos que destina la Federación al campo lleguen a él sin la tardanza que impone la realización de incontables y prolongados trámites. Sucede muchas veces, en efecto, que cuando esos trámites se cumplen ya no es posible aplicar los recursos obtenidos, pues ha pasado el ciclo agrícola correspondiente o desaparecieron las buenas condiciones para cuyo aprovechamiento se pedían esos fondos. "Nuestros tiempos los marca el cielo", hizo notar el coahuilense. El secretario Usabiaga conoce muy bien las necesidades del trabajo agrícola. Apreciará, por tanto, la justeza -y la justicia- de esas palabras del doctor Salinas Aguilera. Dicen que la mejor ayuda es la que llega a tiempo. En el caso del campo esa verdad es todavía más verdadera... ¿Cuáles son las tres palabras que ningún hombre quiere oír cuando está haciendo el amor? Esas palabras son: "¡Ya llegué, vieja!"... Dulcilí, muchacha ingenua, entregó la flor de su virginidad a Cinicio, hombre sin ningún sentido de responsabilidad moral. A consecuencia del desliz Dulcilí quedó en estado de buena esperanza. Lo supo cuando no se le presentaron las usuales molestias correspondientes a su calendario lunar. Con timidez Dulcilí le insinuó al inconsciente galán la situación de apuro en que se hallaba. "-Cinicio -le dijo-. Hace tres semanas que no me enfermo". Él le da una fuerte palmada en las espaldas y le dice con estentóreo acento de felicitación: "-¡Así me gustan! ¡Sanotas!"... FIN.

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