Debe haber libertad de expresión, sobre todo cuando te machucas un dedo con el martillo. ¿Sorprenderá entonces que haya quienes están dispuestos a ofrendar la vida para preservar esa libertad? "Give me liberty or give me death!", clamó Patrick Henry, prócer de la independencia norteamericana. "Dadme la libertad o dadme la muerte". Quizá, puestos a escoger, optaríamos por algo intermedio, pero entre las modestas misiones que me he fijado está la de ser Defensor de la Libertad. Incluso tengo destinado un día a la semana -generalmente los lunes- para defenderla. Más días no puedo, pues también he asumido la defensa de la Justicia, la Verdad, el Bien y los lustradores de calzado, que con el uso tan extendido de los tenis cada vez tienen menos qué lustrar. Últimamente me he comprometido también a defender el planeta, de modo que entre una cosa y otra tengo ocupada ya toda la semana. Añadan ustedes los compromisos familiares, los deberes que impone el trato social y las horas empleadas en el descanso y el solaz, y ya se verá que me queda poco tiempo para defender la Libertad. Pero procuro darle calidad de tiempo, más que cantidad. Y ella me lo agradece, porque la Libertad es muy agradecida. Constituye un atentado contra la libertad de expresión el hecho de que la Pía Sociedad de Sociedades Pías pretenda impedirme publicar aquí el cuento conocido con el peregrino título de "Éxtasis y barbacoa". Yo pregunto: ¿se explica ese absurdo veto a la luz de la ley y la razón? Pregunto también: ¿acaso puede permitirse tal censura? Y otra pregunta hago: ¿cuál es la capital de Dakota del Sur? Mi respuesta a esa prohibición será dar a las prensas el supradicho cuento. Saldrá esta misma semana... Quienes esperaban ver peces gordos en la cárcel, ya como resultado del llamado Pemexgate, ya como efecto de las imputaciones a los Amigos de Fox, se quedarán como el que chifló en la loma, esperando inútilmente una respuesta. En efecto, ese pleito entre PAN y PRI se arregló ya bajo la mesa. Las "concertacesiones" -aquel invento tramado por Salinas en connivencia con el partido del cual hoy se avergonzaría don Manuel Gómez Morín- lejos de desaparecer con el gran cambio democrático siguen campantes y rampantes. Ya se verá cómo en la Cámara de Diputados ese asunto se irá volviendo agua de borrajas hasta desaparecer de la pública atención. El problema con la política es que la hacen los políticos, y el problema con los políticos es que todos son iguales... Para descansar de esta última frase voy a narrar ahora algunos chascarrillos... Decía un marido: "-Mi esposa y yo hemos encontrado una manera de evitar que nuestra vida de casados pierda interés. Salimos cuatro noches por semana. Ella sale los miércoles y viernes y yo los jueves y los sábados"... Aquel señor fue con un consejero matrimonial. "-Algo me está pasando, doctor -le dice preocupado-. Ya no encuentro atractiva a mi esposa". El consejero le pidió que en la próxima cita fuera con ella a la consulta. Así lo hizo el señor. Al terminar la entrevista el consejero lo llama aparte y le dice: "-No pasa nada con usted. Yo estoy perfectamente bien, y tampoco encontré atractiva a su señora"... Lord Feebledick entabló conversación en el club con un socio de reciente ingreso. El hombre se expresó mal de cierto colegio para damas. "-Lo único que aprenden ahí las alumnas -dijo con desdén- es a follar". "-¡Señor mío! -protesta airado lord Feebledick-. ¡Mi esposa fue alumna de esa institución!". "-¿Quién es su esposa?" -pregunta el sujeto, imperturbable. Responde milord: "-Es lady Loosebloomers". "-La conozco -replica el individuo-. Y ciertamente le hace falta un curso de actualización"... FIN.