La señora se dirige con acrimonia a la joven criadita de la casa. "-Mary Thorn: acabo de hallar en tu cuarto la botella de ron de mi marido, unos refrescos y dos vasos. ¿Qué crees que debo hacer?". Arriesga tímidamente la muchacha: "¿Unas cubitas?"... El recién casado iba a salir de viaje. En tono de broma le dice a su flamante mujercita: "-No me vayas en engañar en mi ausencia, Susiflor. Si lo haces me saldrán unos cuernos muy feos". Cuando regresa, días después, ella se le queda viendo y luego exclama alegremente: "-¿Ya ves? ¡Ni te salieron¡"... Himenia Camafría, madura señorita soltera, frotó la lámpara oriental y salió el genio, hombre de alta estatura y musculoso. Le dice el genio con una reverencia: "-¿Los mismos tres deseos de siempre, ama?"... La anciana madre del granjero se quejaba de cansancio. Le recomienda el médico al granjero: "-Déle a su mamá una copita de brandy cada día". "-Imposible, doctor -contesta el hombre-. Ella piensa que el licor es un invento del demonio. No se tomaría la copa". Sugiere el galeno: "-Póngasela en la leche para que no se dé cuenta". Así lo hizo el hombre. Al tomarse la leche dice la ancianita: "-Tiene un sabor muy raro". Inventa el hijo: "-Es que esa leche es de una vaca nueva que compré". La ancianita le da otro trago y luego dice: "-No vayas a vender esa vaca"... Pirulina vivía en la gran ciudad, y su madre en un pueblo pequeñito. Cierto día la señora visitó a su hija y la encontró en un departamento de lujo, con coche del año, muebles carísimos, estola de mink, abrigo de visón y joyas de alto precio. Le dice, suspicaz: "-No me digas que todo esto lo hiciste de la noche a la mañana". "-No, mami -contesta Pirulina-. Lo hice de muchas noches a muchas mañanas"... En México nunca sucede nada, hasta que sucede todo. (NOTA: Esas palabras deberían estremecer a la República. Sin embargo no se estremece ni "El Moquetito", Tamaulipas. ¡Hasta dónde ha llegado la indiferencia general!). Vivimos en aparente paz; cómodamente repantigados en esa tranquilidad vamos pasando la existencia, y oímos como quien oye llover las voces de advertencia de los sabios (Aclaro que no me cuento entre ellos. Si alguien me incluye en su número es un favor que me hace, y se lo agradezco; pero de veras, no). Somos incapaces de leer en el muro de la nación las fatales palabras que leyó Baltasar en su festín. (También somos incapaces de leer las Obras Completas de don Vicente Lombardo Toledano, pero eso se comprende). Otra vez cae sobre los más pobres de México el peso más grave de la crisis. Sube el precio de la comida, del techo, de la ropa; pierde valor adquisitivo la moneda; aumenta la necesidad del pueblo y no hay nadie que escuche su clamor. Decían los latinos: "Necessitas caret lege". De ahí, por equivocación, salió el dicho según el cual "La necesidad tiene cara de hereje". No es tal la traducción. Aquella frase, trasladada en su literalidad, significa que la necesidad no tiene ley. Eso quiere decir que si las cosas siguen como van -y nada indica que vayan a cambiar- puede llegar el día en que, hartos ya de sacrificios y carencias, los pobres pasen por encima del orden social y hagan pedazos esta tranquilidad que quizá se parece a la de los habitantes de Pompeya y Herculano (así se llamaba la ciudad) antes de la erupción que los dejó sepultados para siempre en las cenizas de la muerte y del olvido (¡jíjole!)... ¡Qué bruto, columnista! Con esas palabras ominosas -sobre todo las últimas: "... los dejó sepultados para siempre en las cenizas de la muerte y del olvido..."-; con esas palabras, digo, me provocaste una erupción cutánea papulosa con esteatorrea exantemática y fervescencia de humor pútrido. Mejor paso a retirarme... FIN.