Al final de esta columnejilla viene un cuento seguido de una reflexión que no termina con punto final, sino con puntos suspensivos. Lean mis cuatro lectores la historieta y saquen su propia conclusión... Solicia Sinpitier, madura señorita soltera, llegó a una farmacia. Se dirige al farmacéutico: "-¿Vende condones extralargos?". "-Sí -responde el de la farmacia-. ¿Quiere verlos?". "-No -contesta la señorita Sinpitier-. Pero ¿le importaría si espero aquí hasta que llegue un hombre a comprar uno?"... Cosas del desempleo. Le pregunta un tipo a otro: "-¿Qué haces ahora?" "-Vendo muebles" -responde el otro. "-¿Qué clase de muebles estás vendiendo?" -pregunta el otro. Y dice el tipo: "-Los míos"... Babalucas le pide a la empleada en voz muy alta: "-Me da una hamburguesa con papas". "-Oiga -se asombra la mujer-. Ésta es una biblioteca". "-Perdone -dice Babalucas bajando la voz-. Me da una hamburguesa con papas"... Uglicia, la mujer más fea del condado, buscó la ayuda de un siquiatra. "-Doctor -le dice-, sufro mucho porque todos me dicen que soy fea". "-Acuéstese en el diván -le ordena el analista-. Boca abajo, por favor"... Una ninfómana sacó un anuncio en la sección de avisos personales: "Soy ardiente y sensual. Necesito un hombre que satisfaga mis más urentes ansias". A media mañana sonó el timbre de su departamento. Abrió la mujer y no vio a nadie. Volvió la vista hacia abajo: ahí estaba un desdichado que no tenía brazos ni piernas. "-Vengo por el anuncio" -dice el tipo. "-¿Usted? -se asombra la ninfómana-. En las condiciones en que está ¿qué lo hace pensar que puede satisfacer mis más urentes ansias?". Replica el individuo: "-Toqué el timbre ¿no?"... Viene ahora el cuento seguido de una reflexión... Éste era un pobre hombre al que siempre le iba muy mal en los negocios. Empresa que iniciaba, empresa que indefectiblemente iba a la quiebra. Vivía el infeliz en una bancarrota continuada. Un día su esposa le pregunta: "-¿Qué te sucede, viejo? ¿Por qué te va tan mal?". "-No sé; no me lo explico -responde el lacerado con dolorida voz-. Pongo siempre mi mejor esfuerzo, pero a final de cuentas siempre algo sale mal. No sé qué me pasa. Será que estoy salado". Contesta la señora: "-Si ése es el problema, mi comadre Chola conoce a una bruja muy buena para quitar la salazón. Vamos a verla". "-No, mujer -replica él-. Yo no creo en esas cosas". "-Anímate, viejo -insiste la esposa-. Mira: dice la comadre que esa bruja es una mujer muy atinada. Ni siquiera necesitas decirle cuál es tu problema: ella te mira, y nada más con verte sabe cuál es la verdadera causa de tu dificultad". Tanto insistió la señora que el hombre se decidió por fin, y juntos fueron en busca de la famosa bruja. La encontraron en un casucho viejo, por un arrabal de la ciudad. La señora toca la puerta. "-¿Quién es?" -se escucha la cascada voz de la hechicera. Responde la esposa: "-Gente necesitada de su ayuda". "-Voy" -dice la vieja. Abre la puerta, y pregunta con agrio tono, y perentorio: "-¿Qué quieren?". Contesta tímidamente la mujer: "-Venimos recomendados por mi comadre Chola, para que nos haga usted el favor de quitarle lo salado a mi marido". Voltea la bruja, ve al hombre de arriba abajo y luego dice con la misma áspera voz: "-Yo quito lo salado, no lo pendejo". Y así diciendo les da con la puerta en las narices. Allá van el señor y la señora, calle abajo, muy mohínos. Y dice la señora con admiración: "-¡Tenía razón mi comadre! ¡Qué mujer tan atinada!"... Veo cómo les están saliendo las cosas a nuestros gobernantes y me pregunto si eso es porque están salados o... FIN.