"-Doctor Aviceno -dice la enfermera-. Trae usted un termómetro rectal en la oreja”. "-Ah caón -se preocupa el médico-. ¿Entonces dónde puse mi lápiz?”... Otro doctor le dice a su paciente: "-Le doy tres meses de vida”. "-¡Dios mío! -se aflige el desdichado-. ¡En ese tiempo ni siquiera podré juntar para sus honorarios!”. Replica el doctor: "-Entonces le doy seis meses”... Les dice la maestra a los niñitos: "-Vamos ahora a la clase de Aritmética”. Al oír aquello Pepito se baja apresuradamente el zipper de su pantaloncito. "-¿Por qué haces eso?” -le pregunta con extrañeza la niña que se sentaba junto a él. Responde el precoz niño: "-Por si tengo que contar con los dedos hasta once”... Un individuo estaba acostado cuan largo era sobre la acera frente al elegante hotel. El portero le pidió que se levantara y se fuera de ahí. El tipo ni siquiera pareció haberlo oído. Trajo el portero al administrador, y éste le hizo al sujeto la misma petición. El hombre siguió sin hacer caso. Fue el administrador y regresó con el jefe de seguridad. "-A ver, tú -interroga con energía el guardia-. ¿Cómo te llamas?”. "-Malsino Gandolfo” -contesta el hombre. "-No creo conocerte -dice el jenízaro-, ni tu apellido es de por aquí. ¿De dónde llegaste?”. Responde con feble voz el individuo: "-Del tercer piso”. (NOTA: Se había caído el lacerado; por eso yacía en posición de decúbito supino sobre la acera)... Alguien le regaló a Babalucas dos boletos para un concierto de la gran pianista japonesa Sem Ifu-sa. Fue al recital Babalucas con su esposa. A la mitad de la primera pieza le pregunta en voz baja la señora: "-¿Qué está tocando?”. Contesta Babalucas con aire de conocedor: “-Un piano”... De las catástrofes debemos sacar al menos una enseñanza provechosa. Muchas de las desgracias causadas en diversas partes del país por los ciclones y lluvias tormentosas se debieron a asentamientos humanos irregulares tolerados por las autoridades. Ciertamente es difícil impedir que los pobres levanten sus misérrimas viviendas en laderas y barrancas, en el cauce de arroyos o ríos secos. Sin embargo la experiencia enseña que por donde el agua pasó, tarde o temprano volverá a pasar; y donde hubo deslizamientos de tierra otra vez los habrá. En la mayoría de los casos los males que provocan los meteoros no se deben al meteoro mismo, sino a la imprevisión o negligencia de los hombres. Así, se ha de proteger a la gente aun contra su voluntad, y una de las formas de darle ese protección es hacer cumplir los reglamentos de vivienda. Para eso se necesita una energía que sólo una legítima y recta autoridad puede aplicar. Se requiere también decencia y buen sentido, ausentes en líderes y políticos que engordan los bolsillos o consiguen medro partidista aprovechando la necesidad de los desposeídos, que siempre, de una manera u otra, acaban siendo víctimas de quienes aparentemente los favorecieron. En esto, como en todas las cosas de la vida, más vale prevenir que remediar... Don Astasio llegó a su casa y encontró a su mujer refocilándose con un desconocido. “-¡Señor mío! -se dirige furioso don Astasio al lúbrico amador-. ¿Qué significa esto?”. Responde con calma y cortesía el individuo: "-Lamento no poder contestar su pregunta, caballero. Desgraciadamente carezco de conocimientos siquiátricos”... FIN.