Le dice un tipo a otro: "-Estoy muy preocupado por la propuesta del último congreso sobre género. Al parecer se reconocerán cinco sexos: masculino, femenino, homosexual, lesbiana y bisexual”. "-Y ¿qué te preocupa?” -pregunta el otro. Responde el tipo: "-No me acomodo en ninguno de esos géneros”... ¡Qué bárbaro! ¿Entonces a qué categoría perteneces? Voy a escribir la lista de culpas, faltas o pecados de la carne. Hazme el favor de marcar con un ángulo el cuadrito que te corresponda... Luxuria Consummata, dividida en Luxuria Naturalis (fornicatio, adulterium, incestus, stuprum, raptus y sacrilegium) y Luxuria Contra Naturam (pollutio, sodomia y bestialitas, incluido en esta última especie el concubitus cum daemone apparente in forma humana); y Luxuria non Consummata (oscula, amplexus, compressio manuum y tactus). ¿En cuál de esos apartados te registras? ¿En todos? ¡Horror! ¿Y me lo dices tan tranquilo, sin que el rubor tiña de purpurinos arreboles tus mejillas? ¡Desdichado! Y luego preguntan unos a qué se debe la Decadencia de Occidente, y cuál es la capital de Dakota del Sur. Una cosa sí puedo decirte, ya hablando en serio. Se habla mucho, y con razón, de los abusos, injusticias y discriminación que sufren las mujeres. Debería hablarse igual de la discriminación, injusticias y abusos que padecen todos aquéllos que ejercen su sexualidad en forma diferente a la aceptada comúnmente. Pienso que a nadie debe interesarle lo que cada quien hace en privado en materia de sexualidad si esa actividad se ejerce entre adultos conscientes y consintientes y sin dañar a nadie. La hostilidad, burlas y hasta persecución contra homosexuales y lesbianas deben terminar en todas partes; se ha de respetar el derecho de cada quien a escoger su modo de ser particular y a actuar según su inclinación. Ninguna sociedad puede estar unida si no reconoce y acepta la diversidad de quienes la componen. La intolerancia divide. Por fortuna las actitudes del pasado -muchas de las cuales nos avergüenzan ahora- han ido cambiando. Aun las religiones que reprueban el homosexualismo están substituyendo su radical condenación por nuevos modos más comprensivos, más humanos. Todos seremos mejores, y será mejor nuestra vida comunitaria, en la medida en que respetemos a los demás y aceptemos, todos, nuestras diferencias... Himenia Camafría, madura señorita soltera, recitaba de rodillas al pie del lecho su acostumbrada oración de la noche: "-Ángel de mi guarda, dulce compañía, si me traes otra compañía más dulce, ¡cómo te lo agradecería!”... Por fin desposó Eglogio, joven campesino, a su novia Bucolina. Al terminar la ceremonia civil le pide el casamentero al novio: "-Firme el acta, por favor”. "-No sé firmar” -responde Eglogio. Indica el funcionario: "-Entonces la huella”. Y dice Eglogio: "-Ella tampoco sabe”... Con gran enojo le reclama el marido a su mujer: "-¡No hables mal de mi amiga Sabanilia! ¡Es una mujer de letras!”. "-Ya lo sé -contesta la señora-. De cuatro”... Viene ahora un cuento que no entendí... Le dice el pretendiente al papá de su novia: "-Quiero casarme con Susiflor, don Poseidón”. Pregunta el severo genitor: "-¿Tiene usted casa?”. "-No” -responde el galancete. Inquiere don Poseidón: "-Y entonces ¿dónde la va a poner?”. Contesta el muchacho: "-Donde siempre. Para eso no hemos necesitado casa”... (No le entendí)... FIN.
