Polvos de aquellos lodos. Ahora el Presidente Fox y su administración deben hacer frente a los problemas derivados del vicioso sistema político bajo el cual vivimos los mexicanos durante más de siete décadas. Conflictos como el del IMSS son herencia dejada por el PRI. En efecto, el predominio de ese partido se fincó en buena parte en la corrupción del sindicalismo mexicano. Los líderes hicieron de los sindicatos unos rebaños atentos a la voz de su amo. Cada líder era el amo del suyo, pero a la vez tenía un amo, que era el eterno líder de la CTM, quien a su vez tenía otro amo, el Presidente de la República. Los trabajadores eran carne de voto y para manifestaciones favorables al Gobierno. A cambio los grandes sindicatos estatales ?magisterio, petroleros, burócratas, electricistas, ferrocarrileros, trabajadores del ISSSTE y el Seguro Social, telefonistas? recibían para sus agremiados prebendas y ventajas de los que no disfrutaba el resto de la población. Cada ?conquista? sindical en salarios y prestaciones era una nueva carga para el erario: jubilaciones tempranas, pensiones irregulares, aguinaldos, dobles plazas, bonos especiales, ?aviadurías?, gratificaciones por esto y por aquello... Nadie pensó en el futuro, y ahora es cada día más difícil pagar el costo de esos errores del pasado. El problema del Seguro Social sólo se aplazó. Quedó pendiente, cual ominosa espada de Dámocles (con acento, por favor, a fin de que la amenaza sea más sonora), sobre la cabeza tanto del Gobierno como de los sufridos usuarios de ese Instituto, cuya organización necesita ya reforma urgente si no quieren sus líderes dañar en forma irremisible aún a aquéllos a quienes aquellos excesos beneficiaron. Después de mí el Diluvio, dijo el PRI. O, en versión mexicana el que venga atrás que arree. No seamos, pues, demasiado severos al juzgar a los actuales administradores de la cosa pública: deben enmendar los errores que otros cometieron, y cuando quieren hacer reformas para enfrentar los problemas que heredaron, quienes provocaron esos problemas se alzan contra ellos, esgrimen conceptos tales como el de los derechos ya ganados por los trabajadores, o aún la soberanía nacional, y condenan a las instituciones a la inepcia, cuando no a la bancarrota y aún al riesgo de extinción... El divorciado se topó con su ex esposa en una fiesta. Traía él un par de copas, y dice a la mujer: ?-Me gustaría hacerte el amor?. Responde ella con sequedad: ?Sobre mi cadáver?. Replica el tipo: ?Veo que no has cambiado nada?... Babalucas y su amigo Torporón, tan tonto como él, sintieron hambre. Traían sólo un mezquino queso para los dos. Si lo compartían, ambos iban a quedar con hambre, de modo que acordaron echarlo a suertes para que al menos uno de los dos quedara satisfecho. Toma el queso Babalucas con una mano y con la otra coge una piedra. Esconde las dos manos tras la espalda y luego le pregunta a su amigo: ?¿Qué prefieres; el queso o la piedra??. ?¡El queso!? ?responde Torporón sin vacilar. ?Ganaste ?dice Babalucas entregándole el queso-. Hay que ser honrados?... Un señor fue con su hijo a una granja donde vendían ovejas. Con ambas manos el señor palpó la parte posterior de una de las ovejas a fin de sentir si estaba gorda. ?¿Por qué la sobas así?? ?pregunta el niño. ?Siempre que compres debes hacer eso? ?le aconseja el señor. Y dice entonces el pequeño: ?El vecino estuvo ayer en nuestra casa. Creo que quiere comprar a mi mamá?... FIN.