Doña Tebaida Tridua, Presidenta ad vitam, pero interina, de la Pía Sociedad de Sociedades Pías, no daba crédito a sus ojos cuando leyó el chascarrillo que sometí a su muy alta y distinguida consideración. Ese cuento se llama simple y sencillamente "Loción". ¡Qué ejemplar laconismo! Me recuerda el de Donald Mason, piloto norteamericano que en enero de 1942 -unas semanas después del ataque a Pearl Harbor- avistó desde su avión un submarino japonés y le arrojó una carga de profundidad. Envió luego por radio este mensaje. "Vi sub. Lo hundí". Y siguió en su misión de patrullaje. No tiene esa laudable concisión doña Tebaida. En un ocurso fechado el día de ayer, escrito en 12 fojas útiles y vuelta, me niega su autorización para que dicho cuento aparezca en este espacio. Aparecerá, sin embargo. La libertad por encima de todo. (Aunque muchos, puestos a escoger entre la libertad y un pollo rostizado, escogerían el pollo rostizado). Lean mis cuatro lectores, pues, mañana, el dicho cuento de color subido: "Loción"... En tanto Los Tres Cochinitos del PRI, Bartlett, Madrazo y Elba Esther, lo sigan señoreando, ese partido no podrá nunca levantar cabeza. La nueva crisis surgida entre los priistas, esa rebelión de los diputados contra su pastora, es muestra de la inconformidad que causa en ellos la pervivencia de las antiguas prácticas autoritarias. Parece que los parlamentarios no están dispuestos ya a meramente oír la voz de su amo y acatarla. Piden que sus puntos de vista sean escuchados. (Porque hay algunos diputados que tienen puntos de vista). Será difícil, desde luego, que la sangre llegue al río, y que la líder moral del magisterio -fantástica ironía ésa de líder "moral"- sea privada de su cargo. Lo cierto, sin embargo, es que presencias como la suya y la de los otros dos señores que cité dañan muy gravemente la imagen del priismo y le quitan al PRI posibilidades de recobrar lo que perdió... De viaje en París la nieta de doña Macalota, nueva rica, le pidió que la llevara al Louvre. "-Aguántate un poco -le dice la señora-. Cuando lleguemos al hotel irás". La niña le dijo que el Louvre era un museo, y entonces la abuela la llevó. Ve doña Macalota la estatua de la Venus de Milo y le dice a su nieta con gran severidad: "-Mira lo que les pasa a las que se muerden las uñas"... En el bar un individuo le dice a la muchacha: "-Te apuesto un dólar a que puedo tocarte las bubis sin tocarte la ropa". La muchacha acepta, y entonces el individuo pone las manos en el opimo busto de la chica y lo frota cumplidamente, a todo su sabor. "-Pero me tocaste la ropa" -dice ella. "-Es cierto -reconoce el cínico sujeto-. Aquí tienes tu dólar"... Llega un señor con el médico y le dice: "-Doctor, vine a expresarle mi más profunda gratitud por el bien que me hizo su eficaz tratamiento". "-Perdone usted -dice confuso el facultativo-; no recuerdo haberlo tenido entre mis pacientes". "-No -responde el señor-. Pero mi tío sí estuvo entre ellos, y yo soy su heredero"... Babalucas iba por la playa con una amiga. Pasó volando una gaviota e hizo sobre Babalucas lo que las gaviotas hacen. Dice el badulaque: "-Suerte que traía abierta la boca, que si no me habría manchado la cara"... Pasó a mejor vida una señora. En su funeral un hombre sollozaba desgarradoramente junto al ataúd. Todos comentaban aquello, pues era fama pública que la señora había sido algo más que su comadre. El viudo de la señora se dirige al hombre, le pasa el brazo sobre el hombro y le dice con tono de consuelo: "-No se aflija, compadre -le prometo que me volveré a casar"... FIN.
