El adjetivo "lacónico” significa "breve, conciso”. Eso es muy bien sabido. Decimos que alguien es lacónico cuando se expresa con pocas palabras. "Murió papá”. He aquí un telegrama lacónico. El hombre del Telégrafo le dijo al remitente que por el mismo precio podía poner unas palabras más. El tipo añadió: "América 3, Guadalajara 2”). La palabra "lacónico” tiene su origen en el nombre de los habitantes de Lacedemonia, los laconios, cuya capital era Esparta. Cercada esa ciudad por un ejército de Atenas los sitiadores enviaron un mensaje al jefe de quienes defendían la plaza: "Si tomamos tu ciudad la destruiremos”. El laconio respondió: "Sí.”. De ahí viene lo de lacónico. Pues bien, el que sigue es el chiste más lacónico de la temporada... A la hora del desayuno le pregunta la esposa a su marido: "-¿Qué te hago?”. Responde el tipo: "-Viudo”. Respuesta más lacónica no es dable imaginar. La anécdota tiene relación con la famosa frase: "El estado civil perfecto es la viudez, no importa que yo sea el muerto”. ¿A qué este largo exordio? Sirve de introducción a una propuesta: debemos designar el 2004 como "Año del Laconismo Nacional”. A últimas fechas ha habido un desate de lenguas en toda la República. No hablemos de los diputados federales, de suyo gárrulos, facundos y verbosos. Citemos el caso de algunos clérigos cuyos decires han dado tanto que decir, de los presidentes de los partidos políticos, a quienes nos encontramos ya hasta en la sopa; de las cotidianas declaraciones del pejelagarto sobre la ruindad de la Suprema Corte; de toda la ringla de voceros de organismos públicos y privados. Hablemos, en fin, de quienes sienten que no vivieron si no salieron ese día en las páginas de los periódicos o si sus expresiones no fueron recogidas por los micrófonos de la radio o por las cámaras de la televisión. Palabras, palabras, palabras. México está cubierto por palabras. A eso se suman aportaciones como ésta, de escribidores que escriben mucho para decir absolutamente nada. Y ciertamente las muchas palabras hacen daño: en vez de clarificar el ambiente contribuyen a enrarecerlo y llenarlo de calígine. Menos palabras de confrontación y más hechos en bien de México: eso reclama el país en esta hora difícil de su historia (las 19.35, cuando escribo este modesto artículo)... Llegó don Astasio al domicilio conyugal y -como de costumbre- sorprendió a su mujer entregada a pecaminosos devaneos con un desconocido. "-¡Ah, hetaira! -profiere don Astasio lleno de furia comburente-. ¡Desvergonzada zorra; pendona inverecunda; impúdica buscona; coima ruin!”. Doña Facilisa rompe a llorar desconsoladamente. "-¡Cómo eres malo, Astasio! -se queja-. Mira que decirme esas cosas delante de la visita”... Llorosa y compungida Dulcilí anunció a su novio Libidiano que se hallaba en estado de buena esperanza, es decir, que iba a ser mamá. "-Dulcilí -le dice Libidiano con gran solemnidad-. Puedo asegurarte que en este problema no estás sola”. "-¿De veras? -pregunta ella-. "-Sí, -confirma Libidiano-. Según las estadísticas por lo menos un 37 por ciento de la población femenina en los países de América Latina está en la misma situación que tú”... FIN.