El joven teniente de artillería fue con el general y le pidió tres días de permiso a fin de ir a su pueblo. "-¿Por qué necesitas ese permiso?” -pregunta el superior. "-Es que mi esposa va a dar a luz” -explica el artillero-. "-Muchacho -le dice el general-. Tú ya cargaste el cañón. Para que ahora dispare no es necesaria tu presencia”... Un conocido le preguntaba al solterón: "-A todos nos llama la atención que no se haya usted casado, don Solorio. Dígame con confianza: ¿le gustan las mujeres?”. "-¡Naturalmente que me gustan! -respondió indignado el solterón-. ¡Si no me gustaran ya me habría casado con alguna hace mucho tiempo!”... Unos países funcionan con Gobierno. Otros funcionan sin Gobierno. Algunos, en fin, funcionan a pesar del Gobierno. A esta última especie pertenece México. Los sucesivos gobiernos han ido acumulando sobre nosotros una carga de burocracia tan pesada que hacer algo en este país resulta hazaña grande. Para cumplir un trámite se necesita hacer dos trámites; y para realizar cada uno son necesarios otros dos, y eso se multiplica hasta el infinito. Dios hizo al mundo en seis días. Aquí para levantar una pared hay que hacer trámites que toman seis semanas. Eso, y las gabelas y alcabalas de todo orden que pesan sobre los ciudadanos encarece la vida mexicana de tal modo que sale más barato vivir en un país como Estados Unidos que en México, donde los malos servicios que recibimos son más caros que los que pagan los habitantes del país más rico y poderoso de la Tierra. Hay situaciones tan absurdas como ésta: resulta más barato el flete de una mercancía traída de China a algún puerto mexicano que lo que cuesta transportar algo, digamos, de la Ciudad de México a Laredo, Texas. No quiero incitar a nadie a la anarquía, pero creo que hemos tenido demasiado Gobierno, y lo seguimos teniendo todavía. Ahora se nos dice que con un par de reformas, o con tres, todos los problemas que ahora padecemos quedarán remediados de la noche a la mañana. Yo tengo mis reservas sobre eso. Mientras el Gobierno no se gobierne a sí mismo seguiremos padeciendo esa carga de excesiva presencia gubernamental, carga que se traduce en onerosos costos económicos para los ciudadanos... El severo padre de familia llama a su hija, y después de pedirle que se siente le dice con gran solemnidad: "-Carnelina: acaba de llamar por teléfono un individuo preguntando por Carnelina, la de la ardiente boca. Hace rato llamó otro tipo y preguntó también por Carnelina, la de la ardiente boca. A todas horas del día y de la noche llaman hombres por teléfono preguntando por Carnelina, la de la ardiente boca. Dime una cosa, hija mía: ¿estás fumando?”... El señor cura confesaba a Colchona, mujer de vida no difícil. "-Hija mía -la amonesta-, ¿qué ganas con esa vida que llevas?”. Pregunta Colchona: "-¿Es confesión o auditoría?”... Una muchacha de la ciudad fue a pasar las vacaciones con unos parientes granjeros. Iba deseosa de disfrutar la vida del campo y de aprender mil cosas acerca del manejo de una granja. El primer día se levantó antes que nadie. Cuando todos estaban reunidos para el desayuno llega la muchacha muy contenta y anuncia en voz de triunfo: "-¡Batallé bastante, pero al fin pude ordeñar la vaca!”. "-¿Vaca? -se sorprenden todos-. ¡Lo único que tenemos es un toro!”... FIN.