Gobierno rastacuero y cuentachiles es éste que ahora padecemos... Habrán notado ya mis cuatro amables, generosos, inteligentes y lúcidos lectores que no me gusta prodigar los adjetivos. Imposible me resulta, sin embargo, dejar de llamar rastacuero y cuentachiles al grupo de burócratas que forman la administración actual. Dicen ellos que quieren hacer de México "un país de lectores", y luego gravan con impuestos -cosa antes nunca vista- los libros, los periódicos y los derechos de autor. También sufren el embate recaudatorio algunas importantes formas de actividad cultural, como la creación artesanal y la producción cinematográfica. Mientras eso sucede conocemos los enormes gastos que se hacen para promover la imagen del Presidente virtual y la Primera Dama real. (Bórrense, por favor, las palabras "virtual" y "real". Ya dije que no me gusta prodigar los adjetivos. También bórrese la palabra "Gobierno", otro adjetivo más)... Llegó el señor a su casa y sorprendió a su mujer en deleite carnal con un desconocido. "-¿Qué significa esto?” -pregunta en paroxismo fúrico. "-No lo sé, caballero -responde imperturbable el tipo-. Lo mío es la práctica, no la teoría”... En la fiesta comenta un tipo fachendoso: "-Todo lo que soy se lo debo a mi madre”. Le aconseja alguien: "-Mándale 20 pesos. Con eso saldarás la deuda”... Babalucas le dice a su dulcinea: "-Si no me das el sí saltaré por la ventana para matarme”. "-No seas ridículo -replica la muchacha-. De la ventana al piso de la calle hay solamente un metro”. "-Saltaré 15 veces” -amenaza Babalucas... Otro de Babalucas. Le cuenta muy orgulloso a un amigo: "-Tengo una gallina que pone un huevo cada día”. "-¿Y eso qué tiene de raro?” -se extraña el amigo. Replica Babalucas con enojo: "-¡A ver, ponlo tú, caón!”... Don Eglogio estaba viviendo sus últimos instantes. "-Vieja -le dice con débil voz a su mujer-. Ahora que yo muera quiero que te cases con mi compadre Abigenio”. "-¿Por qué?” -pregunta ella. Explica don Eglogio: "-Me vendió una mula, y tampoco servía para nada”... Aquel señor, residente en Washington, D.C., no tuvo tiempo de rasurarse al salir de la casa. A media mañana se sintió incómodo, y le pidió a un amigo que lo acompañara a una barbería. El barbero empieza a rasurarlo, y entabla conversación con él. "-Pienso, señor -le dice al cliente-, que Bush es un gran presidente. ¿No opina usted lo mismo?”. "-En efecto, amigo mío -responde el señor-. Bush es un gran presidente”. "-El mejor que hemos tenido en los últimos tiempos, ¿verdad?”. "-Tiene usted razón. El mejor que hemos tenido en los últimos tiempos”. "-Debería haber una estatua de Bush por su triunfo sobre Irak, ¿cierto?”. "-No una -confirma el señor-. Muchas”. Al salir de la peluquería le dice con disgusto el amigo al señor: "-No te entiendo. Siempre estás diciendo que Bush es el peor presidente que hemos tenido: el que nos condenó a vivir perpetuamente bajo el miedo. Sin embargo lo estuviste elogiando ante el peluquero. ¿Acaso no tienes convicciones?”. "-Claro que tengo convicciones-responde el señor-. Pero él tenía la navaja”... Le dice una muchacha a su amiga: "-¡Hasta dónde ha llegado la perversión de las costumbres! Un hombre me abordó en plena calle y me ofreció cinco mil pesos por hacer el amor”. "-¡No es posible!” -exclama la amiga con indignación. "-Sí lo es -contesta la muchacha-. Mira, aquí traigo el dinero”... FIN.