¡Atención! Attention! Achtung! Attenzione! Tlalnamiqui! ¡Al final de esta columneja aparece el deplorable chascarrillo conocido en los bajos fondos con el sinuoso nombre de "El Cañón de Largo Alcance”. ¡Hasta donde han llegado las costumbres! ¡Cómo pueden aparecer en un papel público chocarrerías de ese ruin jaez! Tendremos que decir con Cicerón: "O tempora, o mores!”, y con Pitágoras: "En un triángulo rectángulo el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos”. Las personas de costumbres morigeradas no deben leer el dicho cuento, pues es ludibrio del buen juicio, baldón de la cultura y escarnio para la más elemental sindéresis... A la hora en que escribo esta sección (9.15 Greenwich Meridian Time; 10.25 Eastern Time; 11.42 Rocky Mountains Time; 14.93 Standard Time; 16.928 Pacific Time; 195.451 Life-Time), aún no se sabía el curso que habrá tomado el maridaje entre Manuel Bartlett y Cuauhtémoc Cárdenas para oponerse a cualquier cambio que roce siquiera la cuestión relacionada con la generación y manejo de la energía eléctrica. No me sorprende en forma alguna que Bartlett se haya sentado en la misma mesa con Cuauhtémoc. El priista es capaz de sentarse en la misma mesa con el diablo si esa conversación favorece sus propósitos. Lo que no deja de inquietarme es que Cárdenas se haya sentado en la misma mesa que Bartlett. Esa singular connivencia confirma la tesis que habla de la muerte de las ideologías, y hace cierta la frase de los americanos según la cual la política hace que aún dos perfectos extraños puedan llegar a ser compañeros de cama. He aquí que dos pretendidos revolucionarios, el uno del PRI, el otro de la izquierda tradicional, deciden unir sus fuerzas para oponerse al cambio. Vale decir que los revolucionarios de ayer son los reaccionarios de hoy. Conservador es el que tiene algo que conservar, y si esos dos veteranos políticos se oponen a cualquier reforma es porque en última instancia el cambio altera los dogmas a que han vivido aferrados con empecinamiento a lo largo de su vida. El único problema en esto es que si algo tiene el cambio es su carácter de inevitable... Sigue ahora el vitando chascarrillo cuya bigarda dicacidad hace muy desaconsejable su lectura. Ésta es la narración intitulada "El Cañón de Largo Alcance”... En una fiesta se conocieron y trabaron amistad dos individuos de dudosa moralidad y peor calaña. Llamábase uno Pulgaricio; el otro -que era hombre de color- llevaba por nombre Jambo Whatadick. Cortejaron los dos sujetos a unas chicas del mismo talante y natural que ellos, y consiguieron de las daifas que los acompañaran a un lugar donde pudieran tener esparcimiento deleitoso. A poco, sin embargo, regresó Pulgaricio a la fiesta. Venía solo. "-¿En dónde están Jambo y las muchachas?” -le pregunta un amigo-. Con voz muy triste narró su historia Pulgaricio. "-Salimos de aquí y fuimos a un motel. Pedimos dos habitaciones. ‘-Sí hay -nos dijo el encargado- pero sólo uno de los cuartos tiene cama matrimonial. En el otro hay camas gemelas’. Le dije a Jambo: ‘-Vamos a echar suertes a ver quién se queda con la cama matrimonial’. Me respondió él: ‘-No es necesario. Quédate tú con el cuarto que tiene cama matrimonial. Yo me voy al de camas gemelas, al cabo yo sí la llego’. Cuando oyeron eso las dos muchachas se fueron con Jambo, y yo me regresé a la fiesta”... (No le entendí)... FIN.
