Entre México y la bóveda celeste, vaya cosas, hay semejanzas maravillosas. Primera: El dólar anda por las nubes. Segunda: Los precios están por los cielos. Tercera: El pueblo ve estrellitas. Cuarta: Fox cree que está en la gloria. Quinta: Y el Gobierno está en la luna... Ahora sí, columnista, hablaste breve, aunque no bueno y tampoco substancioso. Seguramente el ingenioso símil que ahora nos regalas contribuirá a orientar a la República, y también a la Congregación "Paciencia y Aguacate” (aunque parezca mentira así se llama), Municipio de Pánuco, Veracruz... No cabe duda: la cuestión económica anda de cabeza. Todo anda ya al revés. Nos pasa lo que al sujeto que buscaba, para casarse, una mujer que fuera una dama en la sala, una economista en la cocina y una cortesana en la recámara. Se casó, y la señora le salió una cortesana en la sala, una dama en la cocina y una economista en la recámara. El dólar, es cierto, ha subido mucho. Una call girl americana fue de paseo a Tijuana y tuvo trato de carnalidad con un paisano que le pagó sus servicios de fornicación y de lujuria con un impresionante fajo de billetes mexicanos. Al día siguiente la mujer se dirigió a una casa de cambio y pidió que le cambiaran todos esos billetes por moneda americana. Le dice el encargado: “-Los billetes son falsos”. "-¡Oh! -exclama consternada ella-. ¡Entonces me violaron!”... En cuestión de precios la situación se complica más cada día. Cierto sujeto llegó a un hotel y se indignó al enterarse de que la habitación costaba tres mil pesos. “-¡Es un robo!” –protesta con enojo. "-Incluye el desayuno” -le informa el encargado. "-De cualquier modo es un robo -insiste el individuo-. Llámeme un taxi”. Va a otro hotel, y en éste se registra de inmediato, pues la habitación costaba únicamente 300 pesos. Claro, no incluía el desayuno. Al día siguiente el tipo baja a desayunar a la cafetería del hotel. Cuando el mesero le presentó la cuenta el sujeto se espantó: ¡el desayuno costaba 2,700 pesos! "-¡Oiga! -reclama hecho una furia-. ¡En el otro hotel el desayuno es gratis!”. "-Sí, -contesta impasible el mesero-. Ahí con lo que te joden es con el precio de la habitación”... Lo mejor que podemos hacer en estos tiempos es volvernos austeros, sobrios, mesurados. Si queremos gastar el dinero hagámoslo frotando ligeramente las monedas contra una superficie dura, y guardándolas otra vez. Claro, no caigamos en el extremo de avaricia del individuo aquél que cada vez que le hacía el amor a su esposa le daba 20 pesos, que ella guardaba en una cajita puesta ex profeso bajo la cama. Un día el cicatero sujeto abrió la caja: había ahí 50 mil pesos. Le explica la señora: “-No todos son tan avaros como tú”... Con esta crisis quienes deben dinero tienen problemas para pagar sus deudas. El gerente del banco le dice a su deudor: "-Le doy tres días para pagar su documento”. "-Muy bien -acepta el tipo-. Escojo el Día de Año Nuevo de 2005; el Día de la Madre de 2007 y el Día de Navidad de 2010”... Para evitar esos problemas debemos ahorrar. Si practicamos la sana virtud del ahorro, ésa que con tanto ahínco recomendaban Franklin y el señor Smiles, seremos como aquella mujer, frondosa todavía, pero ya en los umbrales de la decadencia, que invertía todo su dinero en la compra de navajas suizas, de ésas que traen de todo: tijeras, pinzas, lupa, sierra, brújula, desarmador... “-¿Por qué haces eso?” –le preguntaban con extrañeza sus amigas. Explicaba ella: “-Me estoy haciendo vieja ya; mis atractivos van disminuyendo fatalmente. Dentro de pocos años seré incapaz de conseguir la compañía de algún hombre. ¡Y no saben ustedes lo que un muchacho joven es capaz de hacer con tal de tener una navaja de éstas!”... FIN.
