En esta columnejilla viene una historia seguida por una adivinanza. Hela aquí... Vacilio, hombre joven, de buena presencia, y además adinerado, estaba indeciso y lleno de perplejidad. Después de una vida entregada a los placeres se había determinado a sentar cabeza: quería casarse ya. Pensaba en tres mujeres para escoger de entre ellas a su esposa: Garfa, alegre pero frívola; Astenia, sosegada pero algo aburridilla; Agia, en fin, inteligente pero dada a las cosas materiales. Tan distintas eran las tres que Vacilio no podía decidir a cuál de ellas entregar su vida. Pensó que su esposa, a más de compañera, sería también administradora de sus bienes. Debía, pues, optar por aquella que mostrara más tino en el manejo de un caudal. Sometió entonces a las tres a una prueba, sin que ellas lo supieran. A cada una le entregó 100 mil pesos. "-Te encargo ese dinero -les dijo por separado-. Saldré en un viaje que durará tres meses. Cuando vuelva me darás cuenta de la suma''. Se ausentó, en efecto, y regresó pasado el tiempo dicho. Primero buscó a Garfa, la frívola y ligera. "-¿Qué hiciste con mi dinero?'' ?le pregunta. "-¡Ay, Vacilio!" -respondió ella con mucho desenfado-. ¡Nada más a ti se te ocurre confiarle 100 mil pesos a alguien como yo! Gasté el dinero, claro. Me divertí como loca. Y tú también te habrías divertido de haber estado aquí''. Pensó Vacilio: "-Con Garfa mi vida será un placer continuo. Aunque se agote mi fortuna, jamás me aburriré''. Fue luego con Astenia, la ordenada. "-¿Qué hiciste con mi dinero?'' -interrogó. "-Aquí lo tienes -contestó ella-. Tal como me lo diste lo guardé. Ni un centavo menos te entrego; ni uno más''. Dijo Vacilio para sí: "-Mis días con esta mujer serán todos iguales, pero estarán seguras mi riqueza y mi tranquilidad''. Fue finalmente con Agia, la materialista. "-¡Qué hiciste con mi dinero?'' -la cuestiona. "-Aquí tienes tus 100 mil pesos -le entregó Agia-. Y aquí tienes 100 mil más. Invertí el dinero en negocios de rápida rentabilidad y así doblé tu capital''. Pensó Vacilio: "-Con Agia no gozaré la vida, pero mi fortuna se acrecentará''. La adivinanza es ésta: ¿con cuál de las tres mujeres se casó Vacilio? ¿Con Garfa, descocada pero alegre como burbuja de champagne? ¿Con Astenia, juiciosa pero más pesada que un collar de sandías? ¿Con Agia, inteligente y hábil pero prosaica y material? ¡Vean mis cuatro lectores la asombrosa respuesta a esta adivinanza en el último renglón! Antes haré una sesuda reflexión tendiente a orientar a la República... Andrés Manuel López Obrador provoca reacciones encontradas, y su figura desconcierta aun a los observadores más avezados. Por un lado atraen su habilidad política, su capacidad de trabajo, su carácter de hombre ejecutivo que sabe tomar decisiones rápidas y eficaces. Por el otro son motivo de rechazo su populismo y demagogia, los visos autoritarios que en su actuación se ven. Una cosa es indiscutible, sin embargo: el tabasqueño se ha ganado a pulso el reconocimiento de la gente común en el Distrito Federal. Muchos capitalinos llegan a compararlo con Uruchurtu, quizás el último regente que dejó de sí buena memoria. Los ciudadanos se hacen lenguas de las impresionantes obras materiales del jefe de Gobierno, de su preocupación por rescatar el centro histórico de la gran ciudad, y muy especialmente del apoyo económico -magro en términos económicos, pero rendidor de cuantiosos dividendos políticos- que da a las personas mayores. No cabe duda: pese a todos los pesares va en ascenso la estrella de López Obrador... Respuesta a la adivinanza: se casó con la más chichona... FIN.