¿En qué se parecen una dama y un diplomático? Si la dama dice "no", eso significa "quizá". Si dice "quizá", eso significa "sí". Y si dice "sí" eso significa que no es una dama. Si el diplomático dice "sí", eso significa "quizá". Si dice "quizá", eso significa "no". Y si dice "no" eso significa que no es un diplomático. Adolfo Aguilar Sínzer, obvio es decirlo, no es un diplomático. Lo pusieron a jugar ajedrez con guantes de box. Es demasiado libre, tiene demasiada independencia de criterio, demasiado sentido de lo que se debe a la propia persona como para poder manejarse con fortuna en ese ambiguo y evanescente ámbito, hecho de reticencias, medias palabras y reservas, que es la diplomacia. Para colmo le tocó representar a México en uno de los periodos más ingratos y difíciles que la ONU ha afrontado en su reciente historia. Mal pago recibió Aguilar Sínzer después de sus afanes. Igual que Korrodi, lamenta ahora "habérsela jugado" con Fox. Ambos usaron esa expresión del habla popular, que se presta a sicalípticos equívocos. Otro dicharacho empleó el ex representante: "tragar camote". Don Francisco Santamaría explicó muy correctamente ese modismo en su tan conocido y útil Diccionario de Mejicanismos: "Tragar camote: Expresarse con dificultad, buscando ambages e indirectas, por no atreverse a expresar en términos claros una proposición o respuesta que se teme haya de ser recibida con desagrado". Aguilar Sínzer dijo en términos claros una verdad palmaria: hay un manifiesto desdén de los norteamericanos por su vecino del sur. Cuando eso dijo actuó como intelectual independiente, mas no como representante de un gobierno o como funcionario sujeto a los estrictos cartabones de la ortodoxia diplomática. No es posible actuar a la mexicana en un ambiente en que todos actúan a la británica, con excepción de los propios norteamericanos, que tienen la sutileza de un tanque de guerra y cuya riqueza y poder les permiten ser rednecks de cuello blanco en el ámbito internacional, si cabe la colorida paradoja. Gana Aguilar Sínzer en esta escaramuza con gente con la que nunca debió haber entrado en relación. Lo mejor de todo es que vuelve a lo suyo, a las tareas que el intelectual cumple bajo el signo de la independencia y de la libertad. Es tan inteligente y generoso este buen mexicano que de seguro su tarea, en especial la que compete al ámbito periodístico, no estará contaminada por resquemores personales derivados del desastrado fin que tuvo su trato con Vicente Fox. El caso de Aguilar Sínzer, ajustando a sus precisos términos la comparación, tiene semejanza con el del Cid: ¡qué buen vasallo si hubiese tenido buen señor!... Doña Burcelaga estaba expirando. Con el último aliento le dice a don Saturio, su marido: "-No quiero que estés solo. Búscate una buena esposa". "-¡No! -exclama él-. ¡Después de ti no quiero ninguna otra esposa!". "-¡Saturio!" -se conmueve doña Burcelaga. "-¡Ninguna esposa, no! -completa el inminente viudo-. ¡De ahora en adelante puras movidas!"... "-Dime, che pibe -le preguntó un argentino al Papa-. ¿Qué se necesita para ir al Cielo". "-Humildad, hijo mío -responde Juan Pablo-. Sólo humildad". "-¿Tanto así?" -exclama desolado el argentino... Cocksman, vaquero del Oeste, iba cabalgando por la pradera. Al pasar cerca de una cabaña escuchó débiles lamentos. Entró en la casa y vio en la alcoba a una hermosa mujer desnuda, atada de pies y manos a los cuatro postes de la cama. "-¡Auxilio! -gime con feble voz la dama-. ¡Unos bandidos golpearon a mi esposo hasta dejarlo sin sentido y luego me ataron aquí para robar la casa! ¡Ayúdeme, por favor!". "-Me temo, señora -responde Cocksman al tiempo que empezaba a desvestirse-, que éste no es su día de suerte"... FIN.