Una dama entra al bar ya algo achispadita, y con palabra vacilante dice al cantinero: "-Pacman, deme un cañac para ver si se me pasa un ardor en el pecho que acabo de sentir". El cantinero le sirve el coñac y la señora lo apura de un solo trago. "-Pacman, -vuelve a farfullar-. Deme otro cañac a ver si se me pasa este ardor tan grande que siento en el pecho". El cantinero le da el segundo coñac, y la mujer se lo bebe como agua. Y dice otra vez la señora al cantinero: "-Pacman, deme otro cañac, porque no se me quita este ardor en el pecho". El cantinero le sirve un tercer coñac, y la dama se lo toma de un golpe. Se disponía a pedir un cuarto coñac cuando el cantinero le dice: "-Señora: ¿me permite usted que le diga tres cosas?". "-¿Qué tres cosas?" -pregunta ella. Responde el cantinero: "-Primera: no se dice "pacman’, sino ‘barman’. Segunda: no se dice ‘cañac’, sino ‘coñac’. Y tercera: ese ardor que siente usted en el pecho no se le va a quitar mientras no saque el busto del cenicero"... Un señor llega a un restaurante y le dice al mesero Babalucas: "-Me trae café. Sin leche, por favor". Contesta Babalucas: "-Se lo voy a traer sin crema, porque la leche ya se nos acabó".... Sé que México tiene petróleo. Y plata. Sé que nuestro país es dueño de extensas costas y pesca en abundancia. No desconozco que tiene sitios turísticos maravillosos. México, ya lo sé, posee ganado en abundancia. Y tiene oro también, y metales de muy diversas clases. Hay producción agrícola en México. Y tiene nuestro territorio bosques y selvas con maderas preciosas incontables. Todo eso sé que México posee. Pero sé también qué es lo que México está necesitando. Está necesitando un cambio dentro del cambio. Porque si este “Gobierno del Cambio” no cambia, entonces nada va a cambiar... Una guapa rancherita iba por en medio de la labor. El patrón la ve, y poniendo al trote su caballo llega hasta ella. "-¿Cómo te llamas, muchacha?" -le pregunta. La rancherita baja la cabeza y con un pie comienza a mover tierrita a uno y otro lado. "-Mi llamo María, pa’ servir a su mercé" -dice con tonito cantarín y tímido. "-Estás muy chula, María -le dice el patrón atusándose el bigote-. ¿Dónde vives?". "-Allá en aquel jacal, siñor" -dice la María sin dejar de bajar la vista y moviendo más tierrita con el pie-. "-¿Y a dónde vas orita?" -vuelve a preguntar el patrón desde su caballo. "-Iba a lavar una ropita ‘ai en el arroyo, siñor" -contesta la María con la vista baja y sin dejar de mover tierrita con el pie. "-¿Por qué remueves la tierra?" -pregunta ya extrañado el patrón. Y dice la rancherita: "-Pa’ que no esté tan dura orita que me tumbe su mercé"... Le comenta un tipo a otro: "-Mi novia tiene el defecto de ser algo tonta. Para contar hasta cinco se tiene que quitar el guante y usar los dedos". Y dice el otro: "-Pues mi novia es más tonta todavía. Para contar hasta dos se tiene que desabrochar la blusa"... Una señora le dice a otra: "-Oye, supe que te saliste de las Damas Vicentinas. ¿Por qué? Ellas hacen una labor preciosa llena de amor y caridad; ayudan mucho a la gente". Y responde la otra: "-Te voy a confesar la verdad: entré a las Damas Vicentinas creyendo que se trataba de un club de admiradoras de Vicente Fernández". (¡Vieja mensa! Ha de ser la misma que vivía en la calle Río Orinoco y decía vivir en Río Mingitorio)... Concluyamos esta columnejilla recordando el caso de la señora a quien su ginecólogo le preguntó: “-Dígame, señora: ¿es usted sexualmente activa?”. “-Algunas veces sí, doctor –contesta ella-. Otras veces nomás me pongo”... FIN.
