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De Política y Cosas Peores

Por Armando Camorra

Recordemos el caso de aquel señor que iba a hacer un viaje. A punto estaba de subir al avión cuando escuchó a sus espaldas una imperiosa voz que le ordenaba: "-No entres en ese avión”. Volvió el señor la vista: no había nadie atrás de él. Pensó que había oído mal y avanzó para abordar la nave. "-No subas a ese avión” -se oyó otra vez la voz admonitoria. Miró el señor a todas partes. No vio a persona alguna. ¿Quién le hablaba? Aquello era, seguramente, ilusión de sus sentidos. Siguió caminando. "-¡No subas a ese avión!”. El tono de la oculta y misteriosa voz se había vuelto perentorio. No, lo que estaba oyendo no era ilusión; alguien -o algo- estaba tratando de darle un aviso. Ya no dudó el viajero: volvió sobre sus pasos, y el avión partió sin él. De regreso a su casa el señor oyó una noticia en el radio del automóvil: “¡Última hora! ¡El avión del vuelo 107 se desplomó a unos minutos de haber salido del aeropuerto! ¡No hay sobrevivientes!”. El hombre sintió que un calosfrío le bajaba por la espalda, desde la nuca hasta no puedo decir dónde. ¡Aquel era su vuelo! ¡Habría muerto de no ser por la voz que no lo dejó subir en el avión! ¡Era un milagro! Al día siguiente decidió viajar por tren. Iba a subir al vagón cuando otra vez oyó las mismas palabras: "-No subas a ese tren”. Ya no necesitó de nuevo aviso el asustado viajero. Sin vacilar se alejó de la estación ferroviaria. Por la noche estaba viendo la tele en su recámara cuando apareció la imagen de un locutor: "-Interrumpimos nuestras transmisiones para dar una noticia: el tren que salió de esta ciudad hoy a las cinco de la tarde descarriló y cayó en un profundo barranco. Todos los pasajeros perecieron”. ¡Dios! ¡De nueva cuenta aquella voz lo había salvado! ¿A quién debía la vida? A la mañana siguiente el señor intentó hacer el viaje por autobús. Cuando subía en el vehículo la voz se oyó de nuevo: "-No subas a ese autobús”. Asustado, el señor se retiró más que de prisa. Poco después salió la noticia en los periódicos del mediodía: "El autobús de la línea Talytal chocó de frente con un camión de carga. Todos los ocupantes de los dos vehículos murieron en el accidente”. ¡Oh! No pudo ya más el señor. Alzando los brazos al cielo preguntó con clamoroso acento: "-¿Quién eres tú, sabio mensajero, que me has salvado tres veces la existencia?”. Respondió la voz, venida de otro mundo: "-Soy tu ángel de la guarda. Soy el que te protege de todos los peligros”. Al escuchar aquello exclama el señor hecho una furia: “-¡Cabrísimo grandón! ¿Y entonces dónde estabas el día que me casé?”... Largo el relato, y no muy bueno. Me sirve de pretexto, sin embargo, para hablar de los ángeles ahora que tan de moda están los espíritus angélicos. También me sirve para hacer una declaración. He aquí algunos datos oficiales de la Iglesia católica acerca de los ángeles: 1-. Todos los seres humanos, bautizados o no, tenemos un ángel de la guarda. 2-. Es posible que una misma persona tenga dos o más ángeles custodios, uno como particular y otro -u otros- por el cargo especialísimo que desempeña: el Papa; la Reina, un jefe de Estado, etcétera. (NOTA: Entonces los ángeles de la guarda que les tocaron a los Kennedy eran medio indejos). 3-. Cada nación o pueblo tiene también su correspondiente ángel de la guarda... Y yo digo: muchos y muy buenos ángeles custodios ha de tener México si a pesar de todos los pesares que estamos viendo hemos logrado conservar la paz social, el orden y la estabilidad... FIN.

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