¡Feliz Navidad! Lleno de felicidad sea este día para nosotros y para quienes comparten con nosotros la hermosa ventura -la hermosa aventura- de la vida. Más feliz aún será la Navidad si hacemos que su espíritu no sea visitante pasajero que llega, nos alegra con su regocijo y en seguida se va sin dejar huella. Quédese con nosotros, en nuestra casa y en nuestro corazón, el sentimiento de la Navidad, hecho de amor que cada día se manifiesta en actos pequeñitos: la palabra cordial; el servicio prestado con desinterés; la amable tolerancia a los defectos de los otros y el esfuerzo para vencer los propios; el perdón a nuestro prójimo a fin de merecer el suyo; el gozo dado a quienes nos rodean en vez de la tristeza o el dolor. Nuestro más bello trabajo sobre el mundo es ser felices y dar felicidad a los demás. ¿Quiénes cumplen mejor el mensaje navideño? La respuesta se halla, oculta en anagrama, en la misma palabra NAVIDAD: la viven mejor quienes DAN VIDA. Es decir, quienes dan amor, alegría, paz y bien a sus hermanos. Lo otro -la fama y el dinero; los éxitos mundanos; el poder- es mentirosa sombra, aire que pasa sin mover siquiera una brizna de hierba. Nos queda lo que damos, nada más. Al final somos lo que para los otros fuimos. Vivamos con júbilo este día, el del milagro de la divinidad que se hizo humana, pero vivámoslo todos los días en el milagro, igualmente magnífico, de nuestra humanidad que aspira a hallar a Dios en el amor y el bien... Sigue ahora una pequeña sucesión de chistes blancos, mínima contribución de esta columnejilla a una "Blanca Navidad”... El Santa Claus de la tienda se pone en las rodillas a Pepito y le pregunta: "-¿Qué quieres para esta Navidad?”. Responde el niño: "-Un estéreo, una tele a color para mí solo, una bicicleta de carreras, un carro de control remoto, un traje espacial, un órgano eléctrico, unas botas vaqueras, un cachorrito dálmata y un balón de futbol”. "-Caramba -dice el Santa Claus-. Son muchos regalos. Tendré que preguntar si te portaste bien”. "-No preguntes -se apresura a contestar Pepito-. Vamos a transar. Me conformo con el balón de futbol”... Decía un señor con pesaroso acento: "-Mis hijos ya no creen que soy Santa Claus. A la que no he podido convencer de que no soy Santa Claus es a mi esposa”... Babalucas formaba parte del coro de la iglesia. A voz en cuello estaba cantando: “¡León! ¡León!”. Le dice al oído su compañero: "-Voltea la hoja, indejo. Es: ‘¡Noel! ¡Noel!”... La señorita Uglilia, bastante feíta la pobre, visitó en su oficina a don Algón, el jefe de la compañía. Le dice: "-Estaba cerca de usted y de aquella rubia, muy bien formada y guapa, en la fiesta de Navidad del Club de Golf. Oí que usted le dijo que le veía grandes cualidades para ser su secretaria particular y acompañarlo en sus viajes; que lo llamara para hacer una cita”. Don Algón se inquieta. Pregunta algo nervioso: "-¿Y bien?”. Le dice Uglilia: "-Si no ha llamado ella quiero que sepa que yo estoy a su disposición”... Llega el maduro señor a la juguetería. "-Quiero el mejor tren eléctrico que tenga” -pide. El dependiente le muestra uno, precioso. "-Envuélvamelo, por favor” -ordena el caballero sacando la cartera. "-Muy buena compra -lo felicita el muchacho-. A su nieto le va a encantar el tren”. El señor se queda pensando un momentito y luego dice: "-Tiene razón. Déme otro”... El último chiste, brevísimo, no es tan blanco. Por la fuerza de la costumbre de contar cuentecillos pícaros se me fue entre los demás... Le dice la rena a Rodolfo: "-Está bien. Pero apaga la luz”...
