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De Política y Cosas Peores

Por Armando Camorra

Según las últimas encuestas los cuatro lectores de esta columneja han quedado reducidos a uno. Eso me pasa por andar contando chistes blancos. Hoy hago un ímprobo esfuerzo para recuperar lo que he perdido. Narraré cuentos de subido color: ardiente rojo, repintado grana, quemante púrpura, encendido carmesí. Sé que con ello levantaré las iras de la Pía Sociedad de Sociedades Pías, pero cada vez hay menos moralistas en este empecatado mundo tan lleno de badomías, y con mis cuentos aporto un grano de arena a la loable tarea de evitar su completa desaparición... Se quejaba Venancio con Pacorro: "-Mi vida sexual con la Pilara ha perdío todo su interés. Quizá se debe a que ya tenemos nueve críos”. "-No, -le dice Pacorro-. Lo que pasa es que has caído en la rutina. Busca nuevos procedimientos amatorios, nuevas técnicas, un modo distinto de hacer el amor”. Se encuentran después de dos semanas. "-¿Cómo va eso?” -pregunta Pacorro. "-¡De perillas! -contesta Venancio muy feliz-. Ahora lo hacemos en forma diferente, y aquello es todo un éxito”. "-¿Cómo lo hacen ahora?” -inquiere con interés Pacorro. "-De carretillita -explica Venancio-. La Pilara pone las manos en el suelo, yo la levanto, y así vamos por toda la casa. ¡Josú, qué carreras! ¡De la sala a la cocina, de la cocina a la sala!”. "-Oye -pregunta con extrañeza Pacorro-. ¿Y eso les da placer?”. "-Placé, lo que se llama placé, no -reconoce Venancio-. ¡Pero cómo se divierten los chicos!”... Babalucas creyó advertir que la vecina de al lado, incitadora mujer de exuberantes atributos, lo veía con buenos ojos. Una noche se armó de valor. Llamó a la puerta de la señora y ella lo recibió vestida sólo con mínimo y vaporoso negligé que dejaba a la vista todas las ebúrneas venustidades de la atractiva dama. "-¿Puedo pasar?” -pregunta Babalucas-. "-No sé qué decirle -responde ella con un mohín invitador-. Mi marido está de viaje y no regresará sino hasta pasado mañana. Me siento muy sola; hay luna llena, y eso me pone sentimental y ardiente, sin contar con que me he tomado dos copas y estoy oyendo música romántica”. Contesta Babalucas: “-Entonces después regreso”... Don Senilio, esposo ya maduro, se hallaba en la sala con Eroticia, su consorte joven y sensual. Irrumpen de pronto dos truhanes, y mientras uno sujetaba a don Senilio el otro se precipitó sobre Eroticia y cebó en ella sus instintos de libídine. Al acabar el trance, idos ya los asaltantes, don Senilio le dice a su mujer: "-Noté, Eroticia, que agitabas tu cuerpo con gran ímpetu”. "-Sí lo hice -responde exhausta ella-. Al mal paso darle prisa”... El recién casado llega a su hogar y pregunta a su adorada mujercita: "-¿Qué hacemos primero, mi vida? ¿Comemos o hacemos el amor?”. "-Lo que tú quieras, mi cielo -contesta la muchacha-. Pero después comemos”... FIN.

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