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De víctimas y verdugos

Jorge Zepeda Patterson

Para Enriqueta Sánchez,

en un día especial

El video de una mujer que golpea al niño al que cuida ha conmocionado al país y dejado tras de sí una estela de preocupación no exenta de paranoia. Pero el desafortunado incidente se ha convertido en afortunado: ha llevado al centro de nuestras mesas el tema del maltrato a los niños. Gracias a eso muchos adultos que incurren en distintos grados de violencia familiar han percibido en las imágenes del video sus propias tendencias. Las asociaciones de padres, los educadores y los psicólogos han aprovechado la ocasión para profundizar en las causas del problema, que son muchas y de distinta índole. Aunque hay algo en lo que todos están de acuerdo: el maltrato al niño es una conducta que se aprende en casa. Detrás de cada verdugo hay una víctima escondida; en el pasado de todo maltratador hay un niño maltratado (normalmente él mismo).

No deja de ser curioso ese rasgo de la naturaleza humana. En teoría, el Estado Israelí debería ser el máximo garante de los derechos humanos en el mundo. Después de lo que los nazis hicieron a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial, nadie mejor que ellos para comprender lo que es un genocidio, una injusticia por razones étnicas o un prejuicio racial. Y sin embargo, lo que hacen con los palestinos es una especie de desquite en menor escala de los abusos que padecieron por el simple hecho de pertenecer a otra tribu.

Hay muchos otros ejemplos de esta extraña perversión que convierte en verdugo a la víctima de ayer. Las personas que son objeto de una injusticia suelen rebelarse en contra de ella en tanto la padecen, pero con la misma frecuencia suelen infligirla tan pronto están en condiciones de imponerla sobre otro. Para no ir más lejos, tal es el caso de la cuestión electoral (en efecto, todos los caminos conducen a los comicios, en estos días).

A lo largo de la semana pasada se ha desarrollado un intenso debate sobre la difusión de los mensajes presidenciales en pleno período de campaña. Los partidos políticos (excepto el PAN, por supuesto) están molestos por el súbito e intenso programa de difusión que Los Pinos viene realizando a lo largo de la campaña electoral. La oficina de Fox había venido gastando entre siete y ocho millones de dólares diarios en publicidad para mostrar los beneficios del cambio. En más de un sentido, es una campaña para convencer al ciudadano de las ventajas de votar por el PAN (sólo que financiada por el dinero de todos). Si consideramos los estrictos topes que impone el IFE a los partidos al gasto en campaña, por no hablar de la limitación de recursos que todos padecen, las acciones de la Presidencia han sido percibidas como una auténtica provocación y, desde luego, un abuso.

Lo cual nos lleva a los párrafos iniciales. Durante décadas el PAN se quejó, con sobrada razón, de que el gobierno utilizaba los recursos estatales para propiciar triunfos del PRI. Poco a poco, la apertura democrática y el fortalecimiento del IFE y de su normatividad, disminuyeron la impunidad y acotaron los márgenes de las violaciones y fraudes electorales. En las elecciones presidenciales del 2000 triunfó la oposición gracias a que las infracciones fueron aisladas y de menor proporción, incapaces de modificar el resultado electoral. Sin embargo, el PRI utilizó todos los resquicios legales habidos y por haber. Uno de ellos fue, justamente, una enorme e intensa campaña nacional que daba cuenta de los aciertos del sexenio de Ernesto Zedillo, pagada por Los Pinos. No está tan claro que una campaña de ese tipo realmente haya beneficiado al PRI (la opinión pública no estaba precisamente enamorada del “carisma” del ex presidente), pero desde luego irritó sobremanera al PAN.

En la primavera del 2000 una y otra vez los directivos del blanquiazul denunciaron el abuso que estaba cometiendo el Gobierno Federal. En realidad tales campañas no constituyen un delito, ni entonces ni ahora, porque no hay una ley o norma que prohíba al Gobierno difundir sus mensajes a la ciudadanía. Pero entonces y ahora, resulta evidente a todo el mundo que es un recurso taimado para favorecer a un partido con los dineros del erario.

En resumen, no es un delito pero sí una arbitrariedad, una falta ética, una acción políticamente incorrecta. El PAN estaba haciendo justamente lo mismo que había padecido cuando carecía del poder. Una vez más la víctima se convertía en victimario.

Luego de muchas críticas, Vicente Fox anunció hace unos días que el Gobierno Federal retiraría del aire la campaña en cuestión. Es una decisión correcta aunque tardía. Es lamentable que obedezca a la presión de la opinión pública y no a la convicción que deriva del deseo de hacer las cosas diferentes para impedir una injusticia que se ha padecido en el pasado. No ha sido así. Parafraseando a Marx podría decirse que la historia suele repetirse dos veces, primero como víctima, luego como verdugo. (jzepeda52@aol.com)

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