Aunque es verdad que la posición del gobierno mexicano en torno a la guerra de Estados Unidos contra Iraq es ambivalente, no por ello el pueblo de México debe sentirse decepcionado, pues al final de cuentas, no hubo necesidad de que el gobierno fijara una posición clara al través del voto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, pues la Casa Blanca abandonó el terreno de la diplomacia internacional, para colocarse en el del cínico uso de la fuerza armada.
El gobierno de George W. Bush, se dice ahora “decepcionado” por la posición anti-bélica de Vicente Fox, precisamente en el momento en que los E.U. se preparaban para una guerra contra Iraq. Pero lo cierto es que al final de cuentas y no obstante esa posición ambivalente, el pueblo de México y las principales fuerzas políticas se sumaron a la posición de Fox y manifestaron su franco repudio a la determinación adoptada unilateralmente por el presidente norteamericano.
Es posible que en las últimas horas de este día, las fuerzas estadounidenses hayan ya entrado en acción e iniciado su brutal e irracional ataque al pueblo iraquí, sin importar las circunstancias que prevalezcan en el momento en que se desate la guerra, ni mucho menos si Saddam Hussein abandonó o no el territorio de ese país, pues lo que realmente importa para los E.U. es concretar la guerra que ha iniciado más por razones económicas, que para garantizar la paz mundial.
Algunos voceros del gobierno mexicano, como es el caso del canciller Luis Ernesto Derbez, han tratado de justificar la acción de la Casa Blanca. Pero la verdad es que no existe razón valedera para que se desate la guerra, por más de que Hussein sea un dictador, porque eso sólo incumbe al pueblo que él gobierna y menos cuando no existen pruebas fehacientes que demuestren que su régimen constituye en verdad una amenaza para el mundo. Sin embargo, es posible que hoy se inicie la guerra que pocos quieren.