El Estado mexicano ha sido el inventor, pilar y promotor de programas que más que terminar con la pobreza son por décadas quienes mantienen los rezagos, son el efecto de la causa o al revés “volteado”, la causa del efecto.
La estructura del modelo populismo va más allá de la lucha de clases, promueve el autoritarismo y al contrario, detiene el desarrollo de la clase obrera y rural, sin embargo no están exentos los sectores industriales con subsidios que como el canto de las sirenas los atraen sin darse cuenta quedan atrapados en su teoría, sólo cambia de nombre por el de neopopulismo...
El repartir pan en el zócalo o en plena calle era el populismo porfirista, usado como método arcaico del régimen sostenido en ese entonces con la consigna de “Pan o palo”...
Es una vieja práctica que en México va a la par con el discurso político del Estado. Poco a poco y con la apertura del sindicalismo, el Estado como patrón rector fue el protagonista PRIncipal, “el muchacho de la película”, guión que sigue vigente y gracias este populismo, el PRI se mantuvo setenta años, inclusive hizo de muchos campesinos menores de edad e incapacitados para producir productos, sólo generaron votos.
Miles de “Luchadores Sociales” crecieron a la sombra de programas populistas, que van desde paracaidistas en predios particulares como en zonas de alto riesgo. Es tal la miopía de estos líderes que los nombres de estas barriadas toman nombres que ni ellos conocen y que además parecen ser difamatorios para el héroe o mártir con el que bautizaron dicha colonia “Che” Guevara, Arturo Gámiz, Lucio Cabañas, Genaro Vásquez, Camilo Cienfuegos, Rubén Jaramillo, Digna Ochoa, Colosio, etc...
O en el peor de los casos el líder del grupo entroniza a un familiar cercano a él o de algún político del momento. Caer en el nuevo modelo llamado neopopulismo es faltar al respeto a la sociedad, como el caso de subsidiar a sectores improductivos con grandes recursos del pueblo, un ejemplo el apoyo a los banqueros, so pretexto de no tener un “argentinazo” y por el cual pagaremos durante 18 años el millonario rescate bancario.
Con un disfraz de ayuda al sector más desprotegido, el campo, becas, Progresa, adultos mayores etc., donde camina y está vigente la paradoja de sacar el buey de la barranca, cuando con el populismo sólo se le engorda y cada día pesa más y será más difícil sacarlo del atolladero.
Por qué mejor el dinero destinado para programas populistas no utilizarlo en inversión pública que conlleve el crecimiento económico, ejecutar obras que estimulen el desarrollo y generen empleos que tanto urgen y a la vez sostener una infraestructura capaz de atraer inversiones y es ahí donde sin duda radica la tarea del Estado y no en cambiar programas y escuálidas despensas por votos para seguir manteniendo la hegemonía con una clientela pobre, inclusive el populismo promueve la flojera y la falta de imaginación que también junto a la demagogia parece ser marca registrada de nuestros legisladores y gobernantes.
Las ideas y las promesas calenturientas de los gobiernos no coinciden con la cifras frías donde la sociedad se debate y el viejo fantasma del populismo ronda con el reflujo del papel activo del Estado cuando se supone que es él el único agente productivo y, esa utopía genera que millones de hogares y ciudadanos sean improductivos y sólo sobrevivan con las limosnas y esquilmos del gobierno.
El populismo y el mismo neopopulismo fracasaron en México; la teoría del discurso sigue estando muy alejada de la cruda realidad: una causa puede ser que es limitada, no erradica la pobreza, al contrario, la solapa y mantiene. Otra, por destinar recursos a programas populistas, se descuida la educación, salud, comunicaciones, servicios etc. y por último genera el crecimiento de la de por sí gorda burocracia.
Rescatar de las cenizas del olvido el populismo es volver al echeverrismo y lopezpotillismo, donde como no queriendo la cosa la inflación se elevó hasta un 22 por ciento, con De la Madrid un 15.9 por ciento, con Salinas subió hasta el 23 por ciento, revive el burocratismo y quiere o intenta salvar el país hipotecándolo, en el zedillismo 18 por ciento.
En algunos presidentes el populismo fue por sectores, el caso de Luis Echeverría donde a los profesores elevó el salario hasta un 140 por ciento en su sexenio, sin embargo, es cuando se tuvo el más bajo nivel en educación, al igual sucedió con José López Portillo que gastó mucho en anticorrupción y fue donde más creció ¿paradójico verdad?
Ahora algunos ven en Manuel López Obrador un populista en potencia, mientras el enfoque de otros, es el de un gobierno con rasgos humanitarios. En fin, el populismo es un diseño del que para desgracia nuestra, los gobernantes la usan sólo para mantenerse en el poder y nunca como factor de crecimiento.
Fox no usó el populismo en su campaña, lo de él fue algo también peligroso en la política, ser popular, un buen disfraz del populismo. Comentarios. linga_1031@hotmail. com.