A raíz de los acontecimientos de este último mes del año, surgen una serie de interrogantes acerca del funcionamiento de nuestro sistema político que no podemos soslayar. Es de todos conocido el fracaso de la propuesta gubernamental de Reforma Fiscal en el Congreso, pero queda por analizar algunos ángulos de este proceso que no han sido analizados aún.
Empecemos por hacer abstracción de las implicaciones económicas de este asunto, y enfoquémonos a su aspecto puramente político. Salta inmediatamente a la vista que el señor Fox y sus amigos, así como el PAN, cuestionan hoy todo lo que antes sostenían; baste con recordar su posición cuestionando el papel de ?levanta dedos? de los diputados priístas en el Congreso; sus críticas a un presidencialismo nocivo y asfixiante, que impedía el avance de la democracia; su lucha por hacer avanzar un sistema de partidos, apoyando la creación de las diputaciones plurinominales, primero, y su ampliación en número después. Parece que han olvidado, muy pronto por cierto, sus críticas a las sesiones en donde, al vapor, se dictaminaba la Ley de Ingresos y el presupuesto de egresos; se les olvida demasiado pronto también, como en los últimos años del gobierno de Zedillo, ellos mismos, viendo la posibilidad de arrancar con ello negociaciones sobre la reforma política, mantuvieron estos procesos en un hilo, aprobándolos al cuarto para las doce. Lo que les parecía el avance de la democracia antes, lo denuncian ahora como un estorbo, como un lastre incluso considerado ?histórico? por el propio señor Fox.
Lo sucedido en la Cámara de diputados este diciembre es histórico, pero precisamente por los motivos contrarios a los que ellos sostienen. Significa una primera vez en la historia política moderna del país, en que una iniciativa presidencial, tan ferozmente defendida, en la que se apostó gran parte de la figura presidencial misma y el prestigio de un partido, no es aprobada. Ahora sí, señor Fox, ?usted propuso y el congreso dispuso?. ¿Recuerda sus propias palabras de hace tres años o también ya las olvidó?
¿Por qué fue derrotada esta iniciativa presidencial? La respuesta es obvia: no contó con un consenso previo de la mayoría de las fuerzas políticas del país representadas en la Cámara. Sin embargo, y es una sensación que campeaba desde el inicio, la propuesta fue presentada sin contar con este apoyo, a pesar de que ahora se quiera pasar la factura al presidente del PRI y decirnos que se echó para atrás. ¿Acaso hubo alguien que no supiera que la decisión de la Asamblea Nacional de ese partido fue un rotundo NO al IVA en alimentos y medicinas? ¿Acaso no fue del dominio público que las campañas de los candidatos uninominales de ese partido se basó en igual consigna? ¿Alguien tenía alguna duda del voto de los diputados del PRD, que en estas elecciones casi llegaron a conquistar el 20% de los escaños? ¿Se podía dudar asimismo, del voto de los diputados del PT, de convergencia y de muchos del verde, aliados en campaña con el PRI? La respuesta es contundente. Surge entonces la pregunta obligada de por qué el ejecutivo se aferró a presentarla.
No puede dejar de presentarse la suspicacia de pensar que fue presentada precisamente a sabiendas de que no pasaría, y de que abriría, al menos por unos días ?los necesarios- un clima de inestabilidad económica que podría ser hábilmente aprovechado. Las noticias que recibimos en estos días parecen confirmar lo que pensamos. Del mercado mexicano de derivados, ahí donde se venden contratos en moneda extranjera para especular y obtener jugosas ganancias, declaran que este mes les fue de maravilla: más de un millón de contratos negociados; el doble del mismo período de diciembre del año anterior. Esto significa una sola cosa: hubo quien se aprovechó de la inestabilidad política y de la volatilidad del tipo de cambio provocada por ello, para ganar dinero. Y no fue un movimiento minúsculo.
Imagínese si usted pudiera saber anticipadamente que por algún motivo se desestabilizaría la moneda, y se ?aventurara? a comprar contratos nominados en dólares. Sin duda esto no sería para nada una aventura, ya que sabría el resultado sin duda alguna. No se comprenden asimismo, bajo esta hipótesis, las declaraciones ?oportunas? del secretario de hacienda para calmar a los mercados y la intervención del banco de México vendiendo dólares para revertir la depreciación del peso. La historia económico-política de este mes de diciembre bien pudiera incluir un regalito de navidad para algunos que, dicho sea de paso, sin duda disfrutarán de un mejor año nuevo.
Muchas son las implicaciones que esto puede traer para nuestro sistema político. ¿Para evitar este tipo de fenómenos especulativos debemos renunciar a procesos democráticos como el que vivimos en diciembre? ¿No se abre la puerta para que un gobierno, cualquiera que sea, posibilite este tipo de negocios arropado en la democracia? ¿Es mejor una mayor pluralidad en el Congreso, o nos convienen gobiernos de mayoría en él? Como vemos, la aparente inexperiencia y terquedad de un gobernante, tiene más implicaciones de las que quizás él mismo pueda suponer, si es que en realidad no fueron supuestas de antemano. No en balde llegó a la presidencia, proceso en el cual, si bien sí demostró terquedad, no mostró inexperiencia y falta de sagacidad, sino todo lo contrario.
Para finalizar, no podemos despedirnos sin desear que todos tengamos un mejor año en este 2004 que está por iniciar.
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